Sunday, March 12, 2017

Bigfoot: El asedio de los monstruos



Bigfoot: El asedio de los monstruos
Por Scott Corrales © 2017

"Me sorprende mucho cuando la gente afirma que ya no quedan espacios naturales en Norteamérica. Es obvio que nunca han estado aquí."
-- Autumn Williams, criptozoóloga


Comencemos por reconocer el hecho de que América del Norte – a pesar de su grandes ciudades, sus caudalosos ríos, y la proliferación de la alta tecnología - es un lugar mayormente vacío. Las grandes urbes dan paso a los suburbios y estos a caminos vecinales que unen pueblos pequeños de tamaño variable, de diez mil almas en algunos o de un puñado de familias en otro. Más allá se encuentran los extensos bosques, pantanos y páramos que constituyen una delicia para el senderista, el cazador (incluyendo el furtivista) y el pescador. Una enorme extensión que va desde el Golfo de México hasta el Océano Ártico de Canadá. Hasta estados de gran población como Nueva Jersey, en la sombra de las luces de Nueva York, contienen zonas despobladas como los Pine Barrens, región que ocupa todo el sur de dicho estado y que adquirió fama como capítulo en la serie “Los Sopranos” de HBO.

Afirmar que son regiones despobladas no es del todo cierto, puesto que la tradición y la realidad cotidiana afirman que son el hogar de seres enigmáticos y a veces aterradores.

En 1991, el periódico News Herald de la población de Mansfield, Wisconsin publicó una nota periodística firmada por Greg Seubert en el que se mencionaba la extraña odisea del matrimonio Massman – Klaus y Rita – cuya realidad cotidiana se vio afectada por el descubrimiento de extrañas marcas en el suelo de su propiedad.

El terreno ocupado por la familia, una extensión de 32 hectáreas, consiste mayormente de bosques y pantanos a lo largo del rio Big Eau Pleine, al sur del parque condadal Cherokee. El 9 de julio de aquel año, Raimund Massman, hijo de la pareja, avisó a su madre que había descubierto “la pisada de un mono” en el lodo. La madre se negó rotundamente, diciendo que al no existir monos en Wisconsin, no iba a perder su tiempo. Pocos días después, Raimund se toparía con una gran criatura de facciones simiescas “tan alta como el galpón” usado por la familia para guardar sus bicicletas. El espécimen estaba cubierto de pelambre gris. Rita Massman se negaba a creer en lo que le decía su hijo, hasta que “De repente, todos los perros rompieron a ladrar. Mi hijo salió corriendo con mi hija a ver lo que pasaba, y esta cosa asomó la cara. Su color era distinto ahora, pardo. Los dos se asustaron y regresaron corriendo. Me lo contaron todo y me sentí muy molesta”.

Klaus Massman regresó a su hogar para encontrarse con el cuadro angustioso del llanto familiar. Salió a buscar un vecino para internarse en los matorrales en pos de la criatura, pero sin hallar nada. Dieron parte a la comisaría del condado de Marathon, que a su vez informó al Departamento de Recursos Naturales.

“Les di una muestra del pelambre de la criatura y les pedí que averiguaran lo que era,” afirmó Rita. “Me informaron que [el pelo] podía corresponder al de un perro, pero ninguno de mis perros era de color gris”.

El 15 de julio, Monika Massman, la hija, pudo ver como la criatura corría de largo por la ventana de la cocina, haciendo que los perros ladraran furiosamente. “No sabemos lo que es,” lamentó Rita a la prensa. “Si fuese un ser humano, lo atraparíamos, pero esto no se deja atrapar, sea lo que sea.”

La familia estaba dispuesta a creer que hasta podía tratarse de algún gracioso vestido de simio, tratando de asustarlos, pero no podían explicar el temor que experimentaban los perros cuando esta figura merodeaba. “Soy de Chicago y este es mi paraíso. Quiero una vida sosegada. No quiero vecinos impertinentes, pero ahora algo nos ha invadido”.
Desconocemos el desenlace de las experiencias de la familia Massman, pero cabe señalar que un empleado del departamento de parques del condado de Marathon, donde sucedieron los hechos, tuvo un encuentro en el mes de junio de 2001 a cincuenta metros del parque Amco.

"A las 6 de la mañana un buen día, salí a Amco Park para realizar limpiezas antes del fin de semana, algo que me tomaría unos cinco o diez minutos. De repente me di cuenta de que había algo en el costado derecho del camino. Detuve mi camioneta y esperé unos diez segundos. Aquella cosa miró en mi dirección y cruzó el camino, dirigiéndose hacia el rio, que estaba a unos cientos de yardas de distancia. Me quedé sentado unos minutos meditando sobre lo que había visto. Soy cazador, y sé muy bien con era ni un ciervo ni un oso. Era demasiado grande para ser un perro, coyote, zorro, u otra cosa. Se desplazaba muy rápido. La criatura era grande, peluda y muy alta, como en los encuentros estereotípicos. Me sentí demasiado aturdido como para tomar el tiempo de ir a ver para dónde se había ido. Lo único que sé es que se dirigió en el sentido contrario a mi dirección, hacia el rio. La próxima vez que visité el parque, no encontré ni ruidos ni pisadas. Después del encuentro, sentí más respeto hacia aquel parque y su ubicación". Este caso es el informe #15050 de los expedientes de la organización BFRO.

Quince años más tarde, otro periódico de Wisconsin se haría eco de la presencia de Bigfoot en su territorio, “el estado de los diez mil lagos” como proclama su lema estatal. En esta instancia, el rotativo Lake County Reporter de Hartland, WI publicaría una nota firmada por Kristi Haunfelder sobre la presencia de la criatura en la comunidad de Merton. En el mes de noviembre de 2006, dos jóvenes vecinos del poblado de Merton llegaron a ver una enorme criatura cerca de su hogar, situado en la carretera VV.Dave Radetsky y su amigo estaban saltando en un trampolín cuando sintieron que algo les miraba desde el bosque. Efectivamente, se trataba de un monstruo peludo.

Por lo general, has afirmaciones de los jóvenes se descartan, tachándolas de bromas o producto del consumo de sustancias prohibidas por ley. En este caso, las afirmaciones de Radetsky y su colega se verían corroboradas por el testimonio de Stephen Krueger, encargado de eliminar la carroña de las cunetas de los caminos. El hombre justo acababa de depositar el cadáver de un ciervo en la caja de su pick-up cuando “una criatura del tamaño de un oso, con orejas puntiagudas” logró sacar el animal muerto del vehículo a la par que Kruger lo ponía en marcha para alejarse. Su narración apareció en otro periódico regional, el West Bend Daily News.

Las fuerzas del orden público, sin embargo, echaban por tierra estos reclamos. “El único pie grande que ha por aquí es el mío”, declaró jocosamente el jefe de policía Robert Rosch, cuyos pies miden 15 pulgadas (38 cm). “Supongo que nos veríamos a investigar [cualquier alegato] sobre Bigfoot para determinar la severidad de la amenaza, y de existir una amenaza, tendríamos que neutralizarla”.
Otros, como el comisario Steve Pedersen del condado de Waukesha, se pronunciaron más mesuradamente sobre el asunto, habiendo respondido a una llamada sobre la presencia de una extraña criatura en su jurisdicción. “No pongo en tela de juicio lo que hayan visto, pero esta es la primera vez en 22 años que hemos recibido una llamada parecida.” Si el Bigfoot no atenta contra el orden público, “entonces no es asunto de la policía.”

En el verano de 2010, otro testigo en el condado de Waukesha afirmaría haber tenido su propio encuentro con un ser con estatura en exceso de 6 pies (1.80 m), con cara humanoide y ojos rojos. Este encuentro tomó lugar antes de la medianoche bajo condiciones cálidas y serenas.

Encuentros con seres bípedos anómalos siguen sucediendo en el estado de Wisconsin. El blog Sasquatch Chroncles (afiliado al podcast del mismo nombre) brindó a sus lectores una experiencia ocurrida en julio del 2013 en el condado de Price. Dos pescadores salieron en horas de la madrugada a probar suerte en la corriente de agua conocida como Chippewa Flowage, y antes de llegar a su destino, se encontraron con "un gran animal negro" cuya espalda estaba iluminada por los faros del vehículo. El ente anómalo volvió la cabeza para darles un vistazo antes de salir corriendo y perderse en la maleza. Ambos pescadores creyeron haber visto "un gorila" de 1.80 de alto, e insistieron que no era posible confundirlo con un oso. "Salió corriendo hacia la maleza como un simio, usando los nudillos como un simio."

Casi secuestrados por Bigfoot

El estado de Michigan, contiguo a Wisconsin, puede jactarse de darnos uno de los casos más espeluznantes de encuentros con Piegrande.

El periódico Marshall Evening Chronicle cesó sus operaciones en 1988, pero entre sus archivos sobrevive el ejemplar del 30 de junio de 1956 que recoge una breve nota sobre las experiencias de tres amigos - los hermanos Herman y Philip Williams, y Otto Collins - que regresaban a la vivienda que compartían tras de haber pasado la noche del sábado con sus novias. El trio trabajaba en un pequeño asentamiento agrícola en las afueras de Marshall, viviendo en una de las chozas asignadas a los trabajadores, que carecían de agua.
Philip salió a hacer sus necesidades y regresó alarmado, diciendo que había una enorme figura negra y maloliente en la oscuridad, apenas visible a la luz del quinqué. Herman se puso a buscar su escopeta mientras que Philip y Otto salieron a investigar, descubriendo el tocón de un árbol y decidiendo que los restos del árbol representaban la explicación a lo visto por Herman.

Mientras tanto, Herman, que seguía buscando su arma de fuego, pudo escuchar un grito desgarrador - tan desgarrador que el periódico pone la cita textual: "Jamás oí a nadie gritar así. ¡Pensé que el diablo se llevaba a alguien al infierno!"

El arma larga no aparecía en ningún lado, y Herman solo pudo pensar en una cosa: el automóvil. Corriendo hacia el viejo Ford, insertó su brazo en la ventana y acertó a encender los faros. Los haces de luz alumbraron una situación digna de Lovecraft - una cosa negra y peluda se alejaba lentamente ¡con su hermano y Otto bajo cada brazo!

La luz de los faros pareció aturdir al monstruo, quien tropezó contra una mesa de campo, perdió su equilibrio, y dejó caer a Otto; sobreponiéndose al terror, Otto embistió contra la criatura para salvar a Philip. Aparentemente confundido por la luz, el ser peludo soltó a Philip y se alejó hacia el bosque. El periódico informa a sus lectores que los amigos, lejos de tratar de perseguir al ser de pesadilla, estaban más preocupados por la condición de Philip, que se había desmayado. Tanto él como Otto se verían empapados en el olor nauseabundo que emanaba de la criatura peluda y que no lograron quitarse por días.

Un detalle curioso es que el astrónomo Morris K. Jessup, el famoso ovnílogo cuya muerte representa uno de los grandes enigmas de la historia paranormal, tuvo la oportunidad de entrevistar a los testigos durante un ciclo de conferencias en el estado de Michigan, habiendo publicado su libro UFOs and the Bible por esas fechas. El investigador pudo confirmar con ellos lo publicado en la prensa: la criatura estaba cubierta por un denso pelambre negro, su estatura rondaba los 8 pies (dos metros y medio), y que su fuerza era descomunal. Jessup pudo estimar que el Otto pesaba unos setenta kilos y Philip ochenta kilos. También hubo otro detalle curioso - el monstruo tenía grandes ojos fosforescentes de color verde. Las investigaciones de Jessup serían dadas a conocer por Grey Barker - autor del libro The Silver Bridge - y reconocido investigador del fenómeno Mothman.

La misteriosa Oklahoma, de nuevo

La actividad de los seres peludos se remontaría a la calurosa Oklahoma. El 31 de agosto de 2006, Jess Johnson, propietario del Campamento Indian Mounds en las cercanías de Clayton, contó que uno de sus clientes que acampaba en dicho sitio había tenido un encuentro nocturno con una criatura desconocida. El encuentro le había estremecido, dejándolo poco dispuesto a permanecer en Indian Mounds una noche más sin disponer de “protección adecuada” –es decir, armas de fuego. Johnson descubriría pisadas de gran tamaño en una fosa de esquisto bituminoso a unos 45 metros de donde el cliente había tenido su experiencia.

“Saqué mi cámara y tomé muchas fotos de las huellas,” dijo Johnson en una entrevista con la prensa local. “Había unas 30 huellas en el foso.” Pudo comprobar posteriormente que las huellas median 20 pulgadas de largo por 8 de ancho (50 x 20 cm) y la comisaría de Wister, otro poblado local, logró plasmar algunas de ellas en moldes de escayola.

Johnson acostumbra a servir de guía para excursiones a caballo que recorren los senderos de la región – muchos kilómetros de senderos y caminos en las montañas. Agregó que también le había tocado oler, en algunos de estos recorridos, el hedor nauseabundo que emiten estas criaturas, y que producen un nerviosismo indescriptible en los caballos.

Como hemos señalado en informes anteriores, Oklahoma representa un peligro y una oportunidad en lo referente al misterio de Bigfoot. La variedad de esta criatura es de estatura más baja que la que se dio a conocer mundialmente en 1967 con el pietaje de Patterson-Gimlin, y mucho más propensa a cometer actos violentos contra los humanos. La oportunidad reside en la cantidad de lugares distintos para realizar investigaciones, algo que no pasó desapercibido por el grupo de jóvenes investigadores creado por Tyler y Derek Mlleynek de Wichita, Kansas – territorio contiguo a Oklahoma. Los investigadores visitaron los condados de Cherokee y Adair en octubre de 2006 para entrevistar a los lugareños y plasmar sus testimonios en celuloide. Uno de los lugares más importantes que visitaron fue Honobia, en el bosque nacional Ouachita.



Honobia es una aldea del estado de Oklahoma que tuvo su origen como un asentamiento de la tribu Choctaw en un sitio privilegiado a lo largo del rio Little River, derivando su sustento de la industria maderera, y con una escasa población de 170 almas. Este sitio, fácilmente olvidado, adquirió fama nacional - al menos en el mundillo de la criptozoología y de lo paranormal - por el evento sucedido en enero del 2000.

Todo parece haber comenzado cuando los miembros de la familia comenzaron a sembrar una variedad de guisantes que resulta muy atractiva a los ciervos, facilitando así su caza. Dicha carne representa una fuente de alimento para los humanos, almacenada en un gran congelador afuera de la casa. Los seres Bigfoot también aprecian el ciervo como alimento, y la competencia por este recurso vital estaba en pie.

Los propietarios de la casa –Tim y Mike Humphries, cuyos nombres no fueron dados a conocer sino hasta años más tarde - presentaron una denuncia ante las autoridades, insistiendo que los seres peludos merodeaban los predios por las noches, lanzando piedras contra la estructura, robando carne congelada del frigorífico, y un largo etcétera. Las mujeres de la familia no dudaban en manifestar su preocupación por las actividades de estos gigantones, que se mostraban cada vez más atrevidos. Exigían que alguien tomara acción al respecto y un grupo de investigadores, bien armado, se personó en Honobia. Se formó un tiroteo digno de una película del oeste. Los seres "devolvían el fuego" arrojando piedras contra los poderosos reflectores utilizados por los defensores de la casa.
Durante la refriega, uno de los humanos logró acertar contra una de las criaturas, dándole una muerte certera. Sus congéneres se llevaron el cadáver, negando a los investigadores su sueño más querido: tener un Bigfoot muerto para presentar ante la ciencia y los medios noticiosos.


“Estaba consciente de los encuentros [con Bigfoot] en otros lados…pero nunca pensé en la importancia que tiene Bigfoot en el centro y el este de Oklahoma,” afirmó Tyler Mllenynek. Algunas de las entrevistas logradas abordaron encuentros con estas criaturas a comienzos de la década de los ’90 en la comunidad de Eldon, cuya población era de unos 900 habitantes en aquel entonces.
Mientras que el resto de los Estados Unidos se obsesionaba por los OVNI, el fenómeno de las abducciones y el enredo de MJ-12, los vecinos del condado de Cherokee en Oklahoma tenían que vérselas con Piegrande. Prensa Asociada informó el 14 de agosto de 1990 que "una criatura alta y velluda" se había internado en el bosque tras de haber merodeado el patio de una casa en el poblado de Talequah.
De acuerdo con el periódico Talequah Daily Press del 3 de agosto de 1990, la comisaría del condado de Cherokee recibió un reporte del avistamiento de un Bigfoot en el costado este de Eldon Hill el 1 de agosto. El investigador Jack Goss de dicha comisaría se reservó su opinión al respecto, pero le preocupaba el tono alarmado de la mujer que había dado parte sobre la supuesta criatura. “Dijo que Bigfoot estaba en el patio de su casa. Le dijimos que tal vez era un oso, pero ella estaba muy segura de que no lo era. Dijo que era peludo y despedía mal olor.”

El alguacil Dan Garber afirmó que la comisaría había recibido otras llamadas al respecto, con un detalle tenebroso. Los ganaderos denunciaban la desaparición de varios terneros de sus propiedades.
“Estoy consciente de que otros condados han recibido llamadas parecidas”, dijo Garber, “pero nunca hemos tenido nada parecido en Cherokee. La situación causó un revuelo, y hasta nos llamaron de una organización nacional de investigadores de Bigfoot [BFRO – Bigfoot Field Researchers Organization], pidiéndonos que les mantuviesen al tanto de la cuestión”. Otro alguacil, Joe Weavel, investigó la querella y pudo encontrar varias pisadas de gran tamaño.

Dos días después de la primera denuncia en Eldon Hill, una niña y su madre describieron la forma en que una criatura peluda y de gran tamaño hurgaba entre un montículo de desechos cerca de su casa. El perro salió a perseguir al intruso, pero regresó con la cola entre las piernas. Según las dos testigos, la criatura tenía una estatura de 8 pies (2.4 metros), con pelambre pardo oscuro y encrespado como el de un oso, pero que caminaba en dos patas.

El avistamiento de Eldon Hill figura en los expedientes de la organización BFRO como un “evento Clase A”, según la clasificación empleada por dicha entidad, agregando que existen otros encuentros en la zona desde 1970, y posibles encuentros en las cercanías de los pueblos de Peggs y Tahlequa, Oklahoma.

La cadena televisiva KFOR transmitió in especial sobre "el asedio de Honobia" el 30 de octubre del 2015, abundando sobre los misteriosos "parasimios" de la región. Los entrevistadores consiguieron hablar con el Sr. Troy Hudson, cuyas palabras resumen la naturaleza del fenómeno que se produce en estas partes: "Por cada avistamiento que se da a conocer, hay tres adicionales de los que nunca se sabrá nada, porque a la gente no les gusta que se les tilde de loca".

Hudson ha aprovechado el interés por el tema - y la creación de un festival Bigfoot al estilo Roswell - para servir de guía de atracciones turísticas. "No todos [estos seres] tienen el mismo aspecto. No todos parecen un ser alto y peludo. Uno de ellos tenía una estatura de 14 pies (4 metros), que es descomunal. La estatura promedio es de ocho a nueve pies”.

Nada relacionado con esta actividad de los seres peludos en el sur del país nos debe sorprender. En la década de los '70, las revistas del mundo del misterio presentaban informes sobre la presencia de Bigfoot en Arkansas, Texas, Kentucky y Misisipí, sitios que nadie relacionaba con el fenómeno.

En 1977, Gene Millbrook del estado de Georgia fue testigo de lo alucinante. Conducía una noche entre los poblados de Alapaha y Tilton en el condado de Berrien cuando sus faros le alertaron de la presencia de un ser de baja estatura, chata, cubierta de pelo largo y fibroso. El animal, según Millbrook, cojeaba a lo largo de una zanja de poca profundidad a lo largo del camino. Nadie le tildó de loco, sin embargo: otros vecinos de la región habían visto extrañas huellas en la tierra roja del estado de Georgia. Más extrañas que las escayoladas huellas tradicionales de Piegrande, puesto que esta criatura parecía haber perdido el pie izquierdo - posiblemente en una trampa de oso - dejando la marca de lo que podría ser un hueso de tobillo sin pie.
Otra familia se vería asediada en el mes de marzo de 1979 en la aldea de Tunica, Misisipí. Tom Goff y su esposa Jeannette casi murieron de pavor cuando una criatura de dos o más metros de altura comenzó a hacer ruido afuera de su casa el día 9 de marzo. Un hedor inmundo llenó el aire en medio de la calurosa noche sureña. "No sé lo que era," afirmó la señora Goff, "pero apestaba sobremanera y nos causó espanto". A las dos de la madrugada del día siguiente, el perro del vecino comenzó a aullar, y el matrimonio Goff corrió a la ventana para ver una criatura descomunal corriendo alrededor de su casa antes de alejarse a un árbol cercano.

Sabiendo que una llamada de auxilio a las autoridades tendría poco resultado, los Goff, su hijo Rodney y el vecino decidieron tenderle una celada a la bestia. Cuando el ser desconocido se disponía a circumambular en torno a la casa, se encontró con las armas de los humanos, recibiendo disparos de la escopeta de calibre .22 del joven Rodney. Pero como cualquier animal malherido, el misterioso ente montó en cólera, arremetiendo contra la puerta de la casa y casi arrancando el marco de la misma. Al día siguiente, los ocupantes de la casa encontraron huellas de gran tamaño y gotas de sangre.
El 5 de agosto de 1978, un grupo de jóvenes que aprovechaban el calor de las noches veraniegas para pescar bagres tendría su propio encuentro cercano en Blue Hole, un sitio de natación y pesca en el condado de Limestone, Alabama. Los tres chicos encendieron una fogata, y al faltarles leña, uno de ellos se prestó a internarse en la oscuridad del bosque para obtener más combustible. Su tarea se vio interrumpida por la aparición de "unos ojos rosados en la oscuridad" y un gruñido. Según el testigo, la criatura tendría unos ocho pies de alto, pelambre pardo o negro cuya textura era parecida al de la lana de acero. Aparte de los ojos rosados, sus brazos largos se extendían más allá de sus rodillas, y emitía un olor malsano.

El condado de Limestone volvió a figurar en las noticias de los parasimios en 1987, cuando unos amigos descubrieron que sus perros habían sido desgarrados por "algo" que salió corriendo a gran velocidad, perdiéndose en los matorrales.

El asedio de Orange, Texas

El estado popularizado en aquellos tiempos por la telenovela “Dallas” y su villanesco protagonista J.R. Ewing experimentaría su propio evento de alta extraña con los seres peludos.

Bobby Bussinger y su esposa Beckie, de veinte y dieciocho años respectivamente, eran unos recién casados que se mudaron, llenos de ilusión, a su primera casa cerca del poblado de Orange. Se les había informado, no obstante, que el antiguo inquilino de la propiedad se había marchado repentinamente debido a circunstancias inverosímiles. Los enamorados hicieron caso omiso de la advertencia y completaron su mudanza, sin saber que abandonarían los predios en menos de cuatro meses.



Todo comenzó cuando un “depredador desconocido” atacó a los perros de la pareja: dos de ellos aparecieron al día siguiente con las caderas destrozadas; del tercero no se volvió a saber nada. A la noche siguiente, la pareja pudo oír el sonido de fuertes pisadas en el terreno afuera de su casa. Acto seguido, sintieron como algo propinaba golpes fortísimos contra la casa de madera, haciendo temblar los cristales de la ventana. Haciendo de tripas corazón, Bobby decidió agarrar su escopeta y salir a enfrentar lo desconocido.

Cual sería su sorpresa al ver que el intruso no era un hampón cualquiera sino un ser peludo de poderosa musculatura que no dudó en avanzar hacia él. Bobby abrió fuego y se retiró enseguida al interior de su casa, cerrando la puerta con pestillo. Las autoridades no tardaron en llegar, y se sorprendieron al ver la ferocidad con que algo había arrancado las rejillas de las ventanas y roto algunos cristales. Uno de los policías llegó a escuchar los gruñidos y rugidos de algo que retiraba a lo profundo de la arboleda circundante. Estas actividades resultaron en que los recién casados abandonasen Orange, retirándose a la seguridad de la cercana ciudad de Beaumont.

Lejos de tratarse de un cuento, la historia de los Bussinger figura en los archivos de la universidad de Texas, incluyendo una nota de prensa tomada del rotativo Orange Leader de 1978, confirmando las señas de los protagonistas y la ubicación concreta de la casa: 3925 North Tram Road. Bobby trabajaba de obrero en la planta de caucho sintético Goodyear de Beaumont, agregando que el alguacil Jack Reeves contestó a la llamada de auxilio de la pareja a las 11:30 p.m. aquella noche. "Llegué a escuchar gruñidos y aullidos en la distancia, sonidos que combinaban el ruido que hace una hiena y los alaridos de un perro herido. Al internarme en el bosque, el sonido era cada vez más distante, y ahí fue cuando supe que aquello se alejaba", manifestó Reeves. El alguacil afirmó haber visto "una gran figura en las sombras" a una distancia de 50 yardas (45 m) entre dos robles que formaban una "v". El alguacil estuvo de guardia mientras que los Bussinger hacían sus maletas para ir a Beaumont a casa de los padres de Beckie.


La nota de prensa también agrega un detalle curioso: Beckie Bussinger acostumbraba caminar a lo largo de un sendero al borde de la propiedad para conseguir zarzamoras. Agregó que el sendero también era utilizado por "aquella cosa" y estaba muy transitado. En la distancia llegó a ver un refugio construido con ramas de árboles y maderos desechados. ¿La vivienda del monstruo?

El Orange Leader recoge la manifestación final de Beckie: "No volveré a ese sitio hasta que localicen aquello, sea lo que sea".

En el 2001, una criatura desconocida de fuerza considerable consiguió robar un jabalí que había caído en la trampa de un cazador del condado de Orange. El comisario quedó sorprendido, considerando que cualquier ente capaz de levantar un jabalí y luego saltar una verja de 2 metros rayaba en lo sobrenatural. ¿Sería el mismo homínido hirsuto que hizo huir a Bobby y Beckie Bussinger en 1978, o uno de sus descendientes? La verdad es que los expertos no están de acuerdo en lo referente a la longevidad de Bigfoot y sus congéneres.

Los archivos del Gulf Coast Bigfoot Research Organization nos ofrecen otro caso que data de septiembre del 2007 en el condado de Orange. Una madre y su hija regresaban a su hogar cuando vieron "un hombre de gran tamaño" acurrucado en la cuneta. A un cuarto de milla de distancia vieron "una cosa de gran tamaño cruzando la carretera en cuestión de dos zancadas. Era alta, erguida y de pelaje color castaño rojizo. Sentimos miedo y decidimos no permanecer en la zona". Añadieron que un amigo de la familia afirmó haber visto dicha criatura en el mismo lugar veinte años antes. El evento corresponde al Reporte #21438 (Clase A) de esta organización.

En resumidas cuentas

Cualquier intento por resumir el fenómeno de los seres peludos en América del Norte choca contra el mismo muro que sentenciar sobre los ovnis. Hasta que no tengamos un espécimen de estos seres en nuestras manos (o un platívolo en el garaje) estamos circunscritos a las conjeturas y a intercambiar palabras necias en Internet.

La generación actual de investigadores del tema rechaza la investigación de gabinete, considerando que la única forma de saber más sobre estas criaturas es en el campo, convirtiendo la “bigfootología”, para darle nombre, en una extensión del deporte de la caza. Se rechaza cualquier explicación paranormal o “interdimensional” a pesar de testimonios que indican estos aspectos: los homínidos son o descendientes del gigantopiteco o alguna rama perdida de los primates que de algún modo ya ocupaba estas tierras cuando el homo sapiens cruzaba Beringia desde las planicies asiáticas.
Aunque esta teoría puede parecernos prosaica, existen aspectos sumamente intrigantes.

El hombre de Heidelberg (Homo heidelbergensis), descendiente directo de los neandertales, tenía una estatura que rayaba en los dos metros y era mucho más musculoso que el homo sapiens. Los estudiosos consideran que su cerebro era lo suficientemente evolucionado como para haber desarrollado un lenguaje rudimentario, aunque no se pronuncian sobre su hirsutez. ¿Podrá tratarse del progenitor de los piegrande? Muchos cazadores, incluyendo aquellos que se han visto en peligro de muerte ante la aparición repentina de estos seres, no han tirado del gatillo porque "su aspecto era demasiado humano". Igual sucede con el megántropo (Pitecanthropus robustus) cuyos restos fueron hallados en las cercanías de Surakara en la isla de Java, cuya taxonomía aún no se ha precisado del todo. Se tratan de restos impresionantes: la mandíbula es enorme, sugiriendo que el megántropo era un poco más pequeño que el gigantopiteco, pero de dimensiones formidables - 9 pies de alto con un peso de 750 libras (2.7 m x 340 kg). La sangre casi ha llegado al rio entre la comunidad científica sobre estas aseveraciones.

¿Y qué puede decirse de osamentas aún más raras y tenebrosas, como la del hombre de Boskop? El "Homo capensis" con su exagerado cráneo nos abre la puerta a la existencia de otras especies humanas o pseudohumanas con las que no tuvimos contacto, o que al contrario, son la materia prima de los seres de pesadilla que existen en las tradiciones de todos los pueblos de la tierra...los gigantes, trasgos, ogros y otros seres que vivían en la oscuridad, lejos de las fogatas de los humanos y luego de sus comunidades. Los cráneos del hombre de Dimanisi en el Cáucaso también dan mucho que pensar, tal vez en conexión con los homínidos peludos de dichas regiones, como el Almasti, sobre el que pueden escribirse tratados enteros.

Hace una década, pescadores haciendo sus faenas en las aguas de Taiwán encontraron restos humanos prehistóricos que han sido identificados sencillamente como "Penghu-1" (Homo tssaichangensis) y de diez mil a cien mil años de antigüedad. Los estudios lo han clasificado como un pariente arcaico de nuestra especie, aunque otros osadamente lo han vinculado con el gigantopiteco, como sucede con el sabio Mark McMenamin de la universidad de Mount Holyoke College (Homo Taichangensis and Gigantopithecus, publicado por Meanma Press en el 2015). ¿Habremos encontrado el "eslabón perdido" entre el gigantopiteco y Bigfoot?

Hay hallazgos inquietantes y que quitan el sueño, como las osamentas no identificadas en las cavernas chinas de Maludong y Longlin. La 'gente de la cueva del ciervo rojo' impresionó a los antropólogos, denominada así por la evidencia de que se cocinaron grandes ciervos en dicho lugar, a manos de una especie que no se parece al Homo sapiens y que aparentemente "no hizo contribución genética a nuestro patrimonio genético". Igual sucede con el descubrimiento del Homo naledi en el 2013 en la provincia de Gauteng, África del Sur, concretamente en el sistema de cavernas conocido como Rising Star (estrella ascendente).

Como si esto no fuese todo, existe el controvertido (tachado de espurio por algunos) documento escrito por el galeno H.A Miller y denominado comúnmente “The Miller Document”. En este trabajo, Miller afirma haber tenido la oportunidad de trabajar con varios cadáveres del sasquatch, a quienes coloca bajo el género Cebidatelidae y observando la existencia de variantes significativas, el Cebidatelidae pacificus y el Cebidatelidae texanus, y otras menos importantes como C. articus. Las disputas sobre la veracidad del estudio, como todas las contiendas criptozoológicas, han sido cruentas.

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