Thursday, March 31, 2016

Tras La Pista de los Licántropos



Tras la pista de los licántropos
Por Scott Corrales (c) 2016

El interés por seres parahumanos no es tan considerable fuera de los Estados Unidos por motivos varios. La flora y fauna de muchos países más antiguos, con culturas ininterrumpidas que se extienden por siglos, está bastante bien conocida por los sabios y los habitantes en general. A pesar de ser una superpotencia, EE.UU. es un país joven que adquirió su forma actual en los primeros cincuenta años de su existencia, salvo por las anexiones posteriores de Alaska y Hawái. Cientos de miles dieron el salto desde la poblada costa este del país a California, atraídos por el oro y el clima. Gran parte del país, sobre todo los estados que ocupan la cordillera de las Rocosas, y los estados del sur, con sus innumerables ríos y riachuelos con sus respectivos bosques ribereños, no fueron explorados sino hasta mucho más tarde, y es posible que aún hoy grandes partes de EE.UU. sigan sin conocerse a conciencia.

Hemos escrito mucho sobre Bigfoot – el “yeti” norteamericano – y su existencia no solo en las montañas del noroeste del país, y en la inhóspita Colombia Británica, sino en distintas regiones que no se asocian inmediatamente con la presencia de estos gigantes peludos, cuya existencia ha sido motivo de libros, documentales, grandes y pequeñas expediciones, y ahora programas de televisión que han popularizado (o tal vez ridiculizado) el tema.

Pero ahora nos toca pasar de estos seres, cuya existencia es innegable a pesar de la negativa de la ciencia oficial y del gobierno, sobre todo, a un aspecto más escabroso. Un ser o seres de los que se ha hablado poco, pero cuya presunta existencia ha potenciado la carrera de varios escritores, asustado a más de un cazador, e intrigado a más de un interesado en lo desconocido.
Se trata del Dogman – “el hombre perro” del medio oeste norteamericano.

El estado de Wisconsin, a las orillas del confín oriental de los Grandes Lagos, con su gran planicie central, se ha hecho famoso por sus vaquerías y la producción de lácteos a gran escala. Nadie imaginaba que este bucólico estado se convertiría en un escenario de lo paranormal cuando el misterio se hizo sentir en las pequeñas poblaciones de Elkhorn y Delevan, villorrios con menos de cuatro mil habitantes cada uno.

Aparte de los trotapieles o mudapieles nativoamericanos, asunto que abordamos en un trabajo anterior, (http://arcanamundiblog.blogspot.com/2015/05/el-aullido-de-los-trotapieles.html) el Dogman es un fenómeno reciente. La primera noticia que se tiene de este espeluznante ser viene de la década de los ’80, cuando la periodista Scarlett Sankey escribio un trabajo para la desaparecida revista STRANGE titulado “Investigación sobre el Hombre Lobo de Wisconsin”. Según nos informa Sankey en su escrito, Lorianne Endrizzi, la regenta de un bar en el poblado de Elkhorn, estado de Wisconsin, se dirigía a la casa de su madre en Bray Road, camino localizado al lado de un arroyo. Eran la 1:30 de la madrugada cuando la realidad mundana de Endrizzi quedaría hecha añicos por lo desconocido.

La testigo pudo ver un bulto arrodillado a la orilla del camino, reposando sobre la gravilla de la luneta. Deteniendo la marcha de su vehículo, pensando que era alguien en apuros, Endrizzi se quedó de piedra a ver que el bulto levantaba la cabeza y la tornaba para clavarle los ojos. “Su rostro era largo y hocicudo, como la de un lobo,” explicó la protagonista. Aunque los faros del vehículo se proyectaban hacia adelante, los ojos del ser sobrenatural resplandecían con una luz amarillenta. A dos metros de distancia, Endrizzi pudo agregar otros detalles, como los colmillos, las orejas puntiagudas y un torso bastante ancho.

El encuentro duró unos treinta segundos hasta que Endrizzi decidió acelerar y seguir su camino. La criatura no demostró tenerle miedo alguno. “Era tan humano que me daba miedo,” confesó la testigo. “Un error de Dios, un fenómeno de la naturaleza.” Posteriormente visitaría una biblioteca y al ver una ilustración de un licántropo, quedó electrificada. La Bestia de Bray Road, como se le conocería posteriormente, tenía todo el aspecto de una de las peores pesadillas de la humanidad – el humano que logra adquirir la forma de un animal, casi siempre la del lobo.
Poco después de la navidad de 1990, Heather Bowey, una chica de doce años de edad, también vecina de Elkhorn, decidió dar a conocer su propia experiencia tras la aparición de un artículo en la prensa local por la periodista Linda Godfrey abordando el tema de “la Bestia”.

A eso de las cuatro y media de la tarde, Heather y cuatro amigos regresaban a sus casas tras de haber pasado el tiempo montados en sus toboganes cerca de Loveland Road, a una milla y media de la intersección de Bray Road. Los chicos vieron lo que tomaron “por un perro” y comenzaron a llamarlo para jugar con él. Afirmó Bowey: “Seguimos llámandolo, y nos seguía mirando. Ahí fue cuando se puso de pie.”

El ser era alto, con un pelambre lanudo entre color plateado y pardo. Dio algunos pasos hacia adelante torpemente antes de ponerse en cuatro patas de nuevo y correr hacia los niños con un salto mayor que el de los perros. Despavoridos, los chicos se lanzaron a correr hacia la casa de Bowey, perseguidos por el animal, hasta que decidió seguir otro rumbo. La descripción ofrecida por la niña Heather Bowey indica que el ser tenía la cabeza como la de un lobo, el cuello de un humano, hombros tan anchos como la de un hombre y patas como las de un perro, pero “deformes”. Al contarle lo sucedido a su madre, la niña se enfrentó al esperado “no existen los hombres lobo”.

Como en las antiguas leyendas europeas sobre las encrucijadas y los pactos que solían hacerse ahí con las fuerzas del Mal, la intersección de Bray Road y Hospital Road seguiría dando pie a encuentros con lo sobrenatural. En octubre de 1991, Doristine Gipson, de dieciocho años de edad, se dirigía a la población de Delevan cuando su vehículo hizo un movimiento brusco, como si hubiese atropellado algo. La chica se detuvo y salió del interior para dar un vistazo. Eran las ocho y media de la noche.

De repente, algo que describiría posteriormente como “grande, oscuro y peludo” corrió hacia ella desde una distancia de cincuenta pies. Asombrada por las dimensiones de lo que tomó a primeras por un perro u oso, Gipson se apuró para entrar en el vehículo y cerrar la puerta. La criatura dio un salto, cayendo sobre el maletero del automóvil, solo para resbalarse por la acumulación de rocío. Gipson se alejó a toda velocidad, produciendo posteriormente el primer boceto sobre la criatura.

La periodista Linda Godfrey, autora de la nota de prensa en el rotativo The Week (La Semana) del condado de Walworth, Wisconsin, emprendió una investigación de gabinete que produjo información tan interesante como espeluznante. Los antecedentes de la “Bestia de Bray Road” se remontaban a 1936, cuando el sereno Mark Schackelman, quien custodiaba un asilo rural en el condado de Jefferson, al norte de Delevan y Elkhorn, encontró una criatura extraña “hurgando en un túmulo indígena”.

El sereno y la criatura intercambiaron miradas. Shackleman, hombre devoto, consideró que la presencia era satánica y elevó una plegaria. La criatura retrocedió, emitiendo un sonido de tres sílabas: “Gadara”. Llegado a este punto, el sereno huyó hacia el edificio y el nefasto ser se perdió en la oscuridad. Schackleman describiría a la criatura como enorme y peluda, con garras, dientes caninos, nariz con forma de hocico, con una configuración entre la de “un perro y un simio”. Como si esto no fuera suficiente, el grotesco ser “apestaba a carne podrida”.

En 1972 una mujer se comunicaría con las autoridades debido a la presencia de un enorme ser peludo que acababa de herir uno de los caballos en su propiedad, localizada – curiosamente – a unas escasas dos millas del lugar donde Schackleman había tenido su encuentro en 1936.

El caso invita a toda suerte de elucubraciones. ¿Se referiría la criatura horrenda de 1936 a la Gadara bíblica, al sur del Mar de Galilea, donde Jesucristo exorcizó a un endemoniado? (Mateo 8:28-34). Resulta igualmente curioso que el ser hurgaba en los túmulos, cuando lo que queda de la antigua Gadara (la moderna Um-Keis) en la actualidad son sus tumbas, ocupadas por 'trogloditas modernos' que las han tomado por morada, representando un peligro a los viajeros que pasan por el lugar.

Llegaron los hombres-perro

Tim "Coonbo" Baker y su compañero Bear (conocidos como los "Bigfoot Outlaws" - forajidos del yeti) incluyen, entre sus cientos de investigaciones del fenómeno Bigfoot, algunos encuentros con hombres-perro que rayan en lo alucinante. Uno de estos casos, ocurrido en la Carretera #29 del estado de Alabama entre Troy y Union Springs, involucró a dos compañeras de trabajo que se dirigían por la mañana a su lugar de empleo. Repentinamente, vieron a la orilla del camino una enorme forma peluda con el aspecto de un lobo. En vez de acelerar la marcha y salir disparadas, las mujeres pasaron al lado del horrendo ser a baja velocidad. La que iba en el asiento de pasajeros, y por consiguiente la que mejor llegó a ver a la criatura, afirmó que el ente la miró fijamente a los ojos, y que la sensación era "la de querer arrancarle el alma" con la vista.

Ambas comunicaron lo sucedido a Baker, quien las acompañó al lugar del suceso después de horas laborables. A juzgar por un letrero en la carretera, la estatura del licántropo rondaba los nueve pies (2.7m) de alto. Presentes en el lugar había huellas del suceso...profundas huellas con dedos que terminaban en garras, algo que no correspondía a los encuentros con seres tipo yeti.
En el 2013, los habitantes de la zona rural de Norton, Ohio, vieron la serenidad de su vida rural interrumpida por informes referentes a un par de "hombres perro" de montería por el bosque Silver Creek Park. De acuerdo con las declaraciones de un testigo, que iba de camino a la jornada nocturna de su trabajo, se encontró con que dos ciervos corrían de un lado de la carretera al otro, escapando de algo que les perseguía. A continuación presentamos las declaraciones realizadas por el testigo "Andrew" a la web WeekinWeird.com:

"La estatura de ambos estaría entre 6.6 y 7 pies de alto (1.90 y 2.10 metros, respectivamente). Perseguían a los dos ciervos, que eran mucho más pequeños, dicho sea de paso, desde la calle hasta el interior del bosque. Corrían en formación, uno detrás del otro, y estaban a unas 40 yardas (30 metros) detrás de su presa. Eran bípedos, muy musculosos y veloces. Tan veloces como un rayo. Todo ocurrió en cuestión de segundos, y desafortunadamente no puedo dar detalles sobre su aspecto. Supongo que era luna nueva, o que estaba nublado, porque todo estaba muy oscuro. Pero definitivamente eran de color oscuro, tal vez color chocolate o negro.”

¿Hubo una presencia de estos seres en la antigüedad, en la zona que hoy ocupa el estado de Ohio? La respuesta parece ser afirmativa. De acuerdo con el insigne autor Brad Steiger en su obra "The Werewolf Book: The Encyclopedia of Shape-Shifting Beings', arqueólogos descubrieron los restos de un hombre de la cultura adena - tribu prehispánica que existió entre el 1000 AC y el 200 DC -- en la primavera de 1950. Lo intrigante de esta osamenta es que el esqueleto carecía de los cuatro incisivos delanteros, a pesar de que los caninos y muelas restantes estaban en perfecto estado. Junto a los restos mortales había una mandíbula de lobo tallada del cráneo de un lobo, y la pieza cabía perfectamente en el hueco formado por la ausencia de los dientes del hombre. El resultado - un hocico lupino con terribles colmillos - hizo pensar a los expertos que tal vez estaba relacionado con algún sacerdocio entre los además, tal vez adoradores de la figura del licántropo. ¿O acababan de dar con los restos de un trotapieles?



Pero no había arqueólogo capaz de ayudar a la policía con sus pesquisas veintidós años más tarde, cuando las autoridades del poblado de Defiance, Ohio, enfrentaban llamadas sobre un “hombre lobo” en el verano de 1972. Tres vecinos afirmaron haber sido víctimas de ataques entre la 1 y las 4:30 de la madrugada, y en cada caso, las víctimas dijeron que su atacante "tenía una especie de cabeza de animal", sin especificar si se trataba de un penacho o una cabeza superpuesta sobre la humana. Sin dudarlo dos veces, la policía se lanzó a la captura del "hombre lobo", utilizando el término sin rodeos. "Lo estamos tomando en serio," afirmó el jefe de policía Donald Breckler. "Nos preocupa de la seguridad de nuestra gente." Aunque el caso sigue sin resolver, los testigos dijeron que la figura tenía una estatura que rondaba entre los seis y ocho pies de alto, y con patas peludas.

Según el periódico The Blade de Toledo, Ohio, con fecha del 2 de agosto de 1972, dos guardafrenos del ferrocarril N&W afirmaron que la criatura tenía "enormes patas paludas, colmillos, y corría de lado a lado, como un cavernícola en el cine." Ted Davis y Tom Jones, del ferrocarril local N&W que ofrece su servicio a Defiance, manifestaron que la enorme figura, cuya estatura oscilaba entre los 6 y 8 pies de alto, se ha manifestado dos veces bajo la luna llena.”



El programa de televisión Paranormal Witness de la cadena SyFy (www.syfy.com/paranormalwitness) transmitió un capítulo dedicado a otro licántropo en Ohio, una serie de avistamientos que tomaron lugar supuestamente cerca de la población de London en 1981, cuando el matrimonio de Keith y Diane Williams, y su pequeña hija Raven, se mudaron a una casa en una zona boscosa cerca de la población. Mientras que lavaba la loza, Diane Williams se fijó en que había un par de ojos que la miraba en la oscuridad...ojos que la seguían de una habitación a otra. El Sr. Williams realizó una investigación de los alrededores sin encontrar evidencia de algún perro o mapache que pudiera haber sido el responsable.

Las experiencias con los ojos sin rostro prosiguieron por algún tiempo, hasta que un día Keith Williams pudo ver los extraños ojos en el retrovisor de su vehículo. También llegó a ver huellas con garras en la nieve. Acompañado por un amigo, Williams siguió las huellas hasta llegar a la cabaña de un viejo ermitaño cuya considerable estatura y delgadez les dejó sorprendidos.

Meses más tarde, la policía descubrió que el ermitaño había fallecido. Al inspeccionar su cabaña, quedaron sorprendidos por la ausencia total de muebles y por la presencia de pesados grilletes y cadenas ancladas a paredes revestidas de metal en una de las habitaciones. Dichos muros estaban cubiertas por "marcas de zarpazos".

Según los productores de Paranormal Witness, los extraños fenómenos que aquejaron al matrimonio Williams cesaron por completo tras la muerte del ermitaño. ¿Coincidencia?

Wednesday, March 16, 2016

El Caso Pascagoula: Cuarenta años atrás



Cuarenta años atrás: el caso Pascagoula
Por Scott Corrales
(c) 2012


No fue sino hasta 1975 que vine a tener conocimiento del famoso “caso Pascagoula” – el secuestro de dos pescadores, Calvin Parker y Charles Hickson, de un muelle en el transitado puerto de Pascagoula, Missouri, en el sur de los Estados Unidos y en aguas del Golfo de México. El furor nacional creado por el caso (y que introduciría a Carl Sagan a un público televisivo de millones) ya había mermado, pero había sucedido algo mejor: el matrimonio de Ralph y Judy Blum, periodistas ambos, había publicado su libro “Beyond Earth” que ampliaría todos los detalles del caso. Libro que aún ocupa un lugar de honor en mi biblioteca.

Desde hace varios años, Travis Walton, el protagonista de otro supuesto secuestro en las afueras de Snowflake, Arizona, viene dictando conferencias en todas partes del mundo, manteniendo vivo el recuerdo de su odisea. Pero el caso Pascagoula es uno de los más inquietantes, tal vez el hecho de que uno de los protagonistas se negó rotundamente a abordar su experiencia debido al traumatismo que experimentó después del evento, con secuelas que subsisten cuarenta años después.

Una noche tranquila en el sur de EE.UU.

El 11 de octubre de 1973, Hickson y Parker decidieron irse de pesca desde uno del muelle de uno del astillero Shaupeter, estructura abandonada a las orillas del río Pascagoula, cuando escucharon un zumbido inusual, y más porque era emitido por un objeto “con forma de pelota de fútbol americano” sin remaches y de más de quince metros de largo que pasaría a descender a varias docenas de metros de los atónitos espectadores sobre una masa de coches abandonados, equipo en desuso y escombros. Como si de una película de ciencia-ficción se tratara, una especie de portezuela se abrió en el objeto para permitir la salida de tres seres extraordinarios – y un tanto espeluznantes – que dirigieron hacia Hickson y Parker, flotando en el aire.

Hickson se había desempeñado como jefe de obras en el astillero Walker & Sons por más de un año antes de producirse el incidente. Tenía cuarenta y dos años al momento de producrise el encuentro con lo desconocido, y era considerado como un hombre digno de fiar y sumamente mesurado. Calvin Parker tenía apenas diecinueve años de edad y era hijo de unos amigos de familia de Hickson, quien le había conseguido empleo en el astillero.

Los seres, según la descripción ofrecida por los testigos, tenían piel gris y arrugada, patas como las de un elefante, brazos que acababan en pinzas y sin rostro aparente aparte de protuberancias que ocupaban el lugar donde se encontrarían las orejas y la nariz de un ser humano. Dos de estos seres se colocaron a cada lado de Hickson, tomándolo de los brazos e impartiéndole una sensación de electricidad que le hizo sentir una parálisis inmediata. Parker, incapaz de absorber la experiencia que estaba viviendo, se había desmayado, y el tercer personaje lo sostenía. En este momento, Charles Hickson no sabía si estos seres tenían pensado matarlos o llevárselos para siempre.

Bajo el poder de estos seres, los dos pescadores fueron trasladados al interior de la nave, donde fueron sometidos a una especie de examen físico realizado por un gran “ojo” que se desplazaba en el aire sobre su cuerpo, que flotaba en el aire. “No hay otra forma para describirlo”, aseveraría Hickson durante entrevistas posteriores. “Parecía un ojo. Un ojo muy grande, con una especie de conexión. Un ojo muy pero que muy grande. y recorrió muy cuerpo. Luego me dejaron ir”.

Hickson trató de pedirle a los seres que no se lo llevaran a otro planeta, pero no podía mover los labios. Dentro de poco, sintió que los seres lo transportaban al exterior de la nave. Una vez fuera, las criaturas lo soltaron y Hickson cayó de bruces, incapaz de hacer uso de sus piernas. En ese momento, sin embargo, pudo ver que el joven Calvin Parker ya estaba afuera, de pie pero con los brazos extendidos como un sonámbulo y en un estado de shock total.

El objeto comenzó a emitir el zumbido que había anunciado su llegada y a pesar de su mal estado, Charles Hickson alcanzó a ver que ahora emitía destellos azulados antes de desaparecer; también llegaría a escuchar una voz en su cabeza que le decía: “Somos apacibles. No era nuestra intención lastimarte”.

Profundamente afectados por la experiencia, Hickson (cuyas piernas le funcionaban a esta altura) y Parker lograron meterse en su coche, haciendo lo posible por calmar sus crispados nervios por casi una hora. Una botella de whisky que llevaban consigo les ayudó a calmarse mientras que pensaban en lo que iban a hacer – aunque valerse de este remedio les acarrearía más problemas a la postre.

Los pescadores decidieron salir del astillero abandonado y dirigirse al primer teléfono público que pudiesen hallar en la carretera. Insertando una moneda temblorosamente en la ranura, Hickson logro que la operadora le conectara con la base Kessler de la Fuerza Aérea, a sesenta kilómetros al oeste de Pascagoula. L declararon tajantemente que su rama del servicio militar no se dedicaba a los ovnis, y que lo correcto era llamar a la oficina del comisario local. Sin otro remedio, los pescadores fueron en persona a la oficina del comisario del condado de Jackson, trayendo consigo los bagres que habían sacado del río para constatar su experiencia.

El comisario Fred Diamond, detectando la presencia de alcohol en el aliento de los dos pescadores, no dudó a probarlos con el alcoholímetro, posteriormente dejándolos solos (con una grabadora encendida, a sabiendas de los testigos) para ver si se delataban. Pero al contrario de lo que se podría esperarse de unos confabulados, la grabación solo captó la desesperación de dos personas que habían tenido una experiencia totalmente desconocida. Una de las expresiones vertidas por Hickson y captadas por el magnetófono ha pasado a convertirse en un clásico de la ufología: “No nos van a creer. Lo creerán un día de estos. Tal vez sea demasiado tarde. Siempre pensé que había gente de otros mundos allá arriba. Siempre lo supe. Pero nunca pensé que me sucedería a mí...”

Por su parte, el nervioso Calvin Parker comparaba la forma en que se le habían congelado los brazos como “haber pisado una serpiente de cascabel”.

Se nos hace difícil imaginar la clase de noche que habrán pasado ambos hombres en sus respectivos hogares, pero el hecho es que se personaron a su trabajo en el Astillero Walker y no hablaron del asunto con nadie. Pero recibieron una llamada del comisario, conminándolos a ir enseguida la comisaría, que estaba abarrotada de reporteros que se habían enterado del asunto. El propietario del astillero les aconsejó conseguir un abogado, recomendando a su cuñado, el licenciado Joe Colingo. Ahora con representación legal, los pescadores pidieron al comisario Diamond dos cosas: que les sometiera al detector de mentiras y un análisis para comprobar que no habían absorbido cantidades excesivas de radiación durante el secuestro.

El abogado Colingo y uno de los alguaciles trasladaron a los protagonistas del secuestro a la base Kessler, donde médicos de la Fuerza Aérea les sometieron a un examen médico total para determinar si ambos habían sido irradiados. Aquí se produjo un detalle interesante: el funcionario de inteligencia militar se interesó en el caso y procedió a interrogarlos sin dar mucha importancia en los pormenores de la experiencia hasta que Hickson mencionó que los “ovninautas” tenían “manos como garras”. Esto hizo que el interrogador, y un coronel que estaba presente durante el proceso, intercambiaran miradas.

La realidad sencilla que hasta entonces habían conocido los dos pescadores de Mississippi había cambiado para siempre. Además de los cientos de periodistas que se dieron cita en Pascagoula, las grandes organizaciones ovnilógicas del momento comenzaron a darse cita en el pueblo. James Harder de la APRO y J. Allen Hynek tomaron cartas en el asunto, y el primero trató de hipnotizar a los testigos infructuosamente. Calvin Parker acabaría hospitalizado con una crisis nerviosa a raíz de la atención prestada al caso.

Octubre de 1973 – la oleada increíble

Las experiencias de Hickson y Parker no se produjeron en un vacío: 1973, conocido como el “año de los humanoides” alcanzó su momento de mayor intensidad en el mes de octubre de dicho año, con avistamientos y encuentros cercanos de todo tipo a lo ancho de los Estados Unidos.

El estado de Pennsylvania se llevaría la palma en octubre de 1973, con 103 informes de criaturas extrañas en todas partes del estado. Uno de estos casos sería presenciado por trece personas, incluyendo policías y los integrantes de una organización de estudio ovni. La sensación de pánico que se experimentaba en todas partes del país a raíz de la "invasión extraterrestre" tuvo su expresión más visible en la ciudad de Wheeling, Virginia Occidental, la noche del 17 de octubre: entre veinte y veinticinco objetos fueron vistos sobrevolando la ciudad, creando revuelo.

Según las estimaciones hechas por el Dr. J.Allen Hynek, una tercera parte de todos los avistamientos y encuentros producidos durante el "año del humanoide" tuvieron su origen en informes de los distintos departamentos de policía del país, aumentando la fiabilidad de los casos, dado que los comisarios y jefes de policía recelan incluir eventos OVNI o de alta extrañeza en sus bitácoras.

La policía de la ciudad de Chattanooga, Tennessee, tuvo su momento de gloria el 17 de octubre de 1973, cuando a las 19:00 horas el expedidor recibió una llamada de una mujer que había atestiguado el aterrizaje de un enorme ovni fusiforme en un paraje cercano a una escuela primaria. El sargento Lester Shell y el patrullero Harry Jarrett fueron enviados al lugar de los hechos con ordenes estrictas de evitar que el caso transcendiese a los medios. Los uniformados se encontraron con una luz potente que brillaba entre los árboles de la zona pantanosa; la configuración era efectivamente parecida a la de un cigarro puro y la luz tenía matices azulados. El objeto desconocido parecía estar suspendido a unos quince pies sobre el pantano. Cuando el sargento Shell decidió acercarse para investigar, el aparato ascendió verticalmente "como si me estuviese mirando" a una altura de noventa pies antes de salir disparado hacia el este con rumbo al aeropuerto de Chattanooga. El comisionado de la policía, Gene Roberts, acudió al pantano para buscar cualquier evidencia del intruso, pero sus técnicos sólo hallaron restos de papel y basura en lo alto de los árboles, sin explicarse cómo pudieron haber llegado hasta allí. Cabe agregar que el día 17 sería uno de los más intensos de la oleada del '73, puesto que más de cincuenta ciudades en Estados Unidos dieron parte sobre avistamientos de objetos extraños a baja altura o encuentros con seres no humanos.

El 19 de octubre, el investigador Charles Wilhelm acudió a Goshen, Ohio para visitar la granja de un individuo que deseaba identificarse exclusivamente como "Sam" para evitar ser juguete de los medios noticiosos que explotaban inmisericordemente la actividad OVNI sobre el estado de Ohio. A las 20:30 horas, una vecina de "Sam" le llamó por teléfono para informarle que una luz de gran brillantez había descendido en su granja. "Sam" salió de la casa, acompañado por sus dos perros cazamapaches ("coon dogs", en inglés) para investigar el suceso, pero descubrió que era necesario arrastrar a los canes hasta el lugar de marras, como si presintiesen la presencia de lo extraño y desearan evitarlo a toda costa. A trescientos pies de distancia, el granjero quedó sorprendido al ver que la luz era una nave extraña de 50 pies de diámetro y con una cubierta superior acampanada. Dos luces azules y blancas marcaban el exterior del aparato, que descansaba sobre lo que parecían ser zancos. Debajo del objeto, "Sam" llegó a ver tres figuras que parecían seres humanos en la penumbra. Una figura ascendió las escaleras para desaparecer en el interior de la nave mientras que los dos restantes permanecían en tierra.

Los perros cazamapaches ladraban descontroladamente, atrayendo la atención de los extraños. En cuestión de minutos, las dos figuras restantes habían subido la escalerilla y el objeto ascendió con lentitud, haciendo un ruido que "Sam" describiría como "el silbato de un tren" antes de realizar un repentino ascenso vertiginoso y desaparecer de vista completamente.

El 29 de octubre se produciría un caso recogido en los cuadernos de trabajo del fallecido Leonard Stringfield pero poco divulgado por los medios noticiosos. En el estado de Georgia, uno de los más afectados por la oleada del '73, un chico identificado sólo como "S.R." regresaba a su hogar después de haber vendido dulces para auspiciar una actividad escolar. Repentinamente, un OVNI "configurado como una lata de cerveza" apareció a 25 pies sobre la cabeza del sobresaltado estudiante sin hacer ruido alguno, manteniéndose suspendido en el aire por unos 20 segundos. Al llegar a la seguridad de su casa, "S.R." hizo lo posible por contar lo sucedido a sus padres, quienes le prestaron poca atención. Al dia siguiente, escribió una nota para sus padres, diciendo que le era necesario huir de la zona, ya que el OVNI le había infundido un temor pavoroso. Los guardias de seguridad del aeropuerto de Atlanta, Georgia, arrestaron al joven y lo llevaron a su casa, aún titiritando de miedo por el OVNI. Casi un año después, el investigador Stringfield descubrió que "S.R." había visto un rostro humanoide, arrugado, sin nariz y con una ranura por boca a través de una claraboya en el OVNI. La criatura le había dicho por vía telepática que no tuviese miedo y que se lo llevaría con él.

El 4 de octubre de 1973, el agente de seguros de vida Gary Chase irrumpió en el cuartel de policía de Anderson, California y se dirigió directamente al sargento de guardia. "Mire, no estoy borracho, no fumo marihuana y tengo algo increíble que contarle". Durante los siguientes veinte minutos, Gary Chase describió lo acaecido a las 6:40 p.m. ese mismo día mientras que dirigía su automóvil hacia Simi Valley, 40 millas al norte de Los Angeles. Al llegar a su salida de la autopista, Chase se fijó en un objeto alargado con forma de cigarro puro que tomó por un dirigible, pero que desapareció con una rapidez inusual. El agente de seguros siguió su camino, mirando por la ventanilla de vez en cuando para ver si el objeto reaparecía, pero sólo alcanzó a ver una pequeña tolvanera saliendo del lado de la carretera, proveniente de un desfiladero. Movido por la curiosidad, Chase decidió dar la vuelta y regresar al lugar para echar un vistazo.

En el fondo del desfiladero, a 100 pies de dónde se encontraba el agente de seguros, un aparato de forma elíptica se cernía y basculaba a uno diez pies sobre el terreno. El objeto parecía tener unos treinta pies de largo y más de setenta de largo, con un color difícil de describir, pero que Chase asemejó "al imprimante de la pintura automotriz. Un aparato con forma de tubo colgaba del fondo del objeto y conducía a un riachuelo.

Atónito, el agente de seguros vio como un "ser" salía del enorme aparato para cotejar el funcionamiento del tubo, o al menos eso parecía. El ovninauta parecía un hombre de dimensiones normales que llevaba un uniforme ceñido "parecido al traje de un buzo" y cuyas facciones no podían verse por el escudo facial de su uniforme.

El humanoide se percató de la presencia de Chase, mirando directamente hacia la orilla del desfiladero. Acto seguido, el ser volvió a internarse en la extraña nave, esta vez gateando hacia la parte posterior del aparato.

Chase afirma haber escuchado un zumbido bajo semejante a una vibración. Una sustancia nubosa comenzó a cubrir el objeto; aunque la neblina artificial no llegaba hasta dónde el agente de seguros, el olor dulzón y desagradable sí lo hizo. La extraña nube tomó 60 segundos en formarse y para cuando se disipó, la enorme nave había desaparecido por completo. Otro factor de alta extrañeza lo es el hecho de que en ningún momento se acercó otro automóvil por la carretera--nadie que sintiese curiosidad por lo que veía Chase.

Dos días después de que Chase contara su experiencia a la policía, una maestra jubilada y su hija (cuyos nombres jamás fueron dados a conocer) salían de la comunidad de El Centro en la tarde del 5 de octubre de 1973 en dirección a San Diego cuando vieron un autobús de pasajeros de la compañía Greyhound en la orilla del camino. Otros automóviles y furgonetas se hallaban detenidos por delante y detrás del autobús. Pensando que se trataba de un accidente de tránsito, la maestra detuvo la marcha antes de llegar a la altura de los demás vehículos.

Pero al acercarse, descubrió que no se trataba de ningún accidente: todos los pasajeros del autobús, el chofer, y los ocupantes de los demás coches, se habían detenido para presenciar las maniobras de un objeto discoidal rodeado de un vapor resplandeciente y delicado.

La maestra jubilada y su hija declararon a R. Michael Rasmussen, director adjunto de la desaparecida organización APRO, que el objeto se elevó a una altura de 1200 pies, dando una vuelta y volviendo a bajar, antes de desaparecer en cuestión de un instante. Lo único que quedó fue el vapor brillante -- ¿la misma sustancia que produjo la desaparición del enorme aparato visto por Gary Chase? Tal vez nunca se sepa.

Las secuelas del Caso Pascagoula

En enero de 1974, Charles Hickson sería uno de los invitados del presentador norteamericano Dick Cavett, formando parte de una mesa de discusión en la que aparecerían otros testigos e investigadores del fenómeno ovni: el capitán Larry Coyne, cuyo helicóptero se había visto afectado por la presencia de un aparato desconocido en el estado de Ohio; el doctor Hynek; John Spencer, autor de libros sobre el triángulo de las Bermudas; el astronauta James McDivitt, y un joven astrónomo que había participado en las vistas congresionales sobre ovnis en 1968 – Carl Sagan.

Cavett comenzó su programa con una exposición del fenómeno ovni y la actividad que tomaba lugar en EE.UU. en aquel momento, mostrando fotos de ovnis (consideradas fiables en aquel momento) entre ellas la del platillo de San José de Valderas. Pero lo más importante fue la lectura hecha de la fe notarial del examen poligráfico realizado a los testigos del caso Pascagoula: “Tengo algo que me gustaría leerles”, dijo el presentador a su público de dos millones de televidentes. “En mis manos tengo una copia de termofacsímil de una prueba de detector de mentira: “Se certifica que el infrascrito, Scott Glasgow, operador de polígrafos de la agencia de detectives Pendelton de Nueva Orleans, Luisiana, a petición de Joe R. Colingo, abogado de Pascagoula, Mississippi, y la oficina del comisario del condado de Jackson, realizó una examinación poligráfica de Charles Hickson sobre la veracidad de su declaración de haber visto una nave espacial, tres criaturas provenientes del espacio, y de haber sido llevado al interior de una nave el 11 de octubre de 1973. Opino que Charles Hickson ha dicho la verdad cuando declaró que: (1) creyó haber visto una nave espacial; (2) creyó haber sido llevado al interior de una nave espacial, y (3) creyó haber visto tres criaturas del espacio exterior”.

El abogado Colingo comentaría en privado al escritor Ralph Blum que las pruebas poligráficas a menudo no toman más de veinte minutos, pero que el análisis impartido por Glasgow a Charles Hickson había tomado horas. Glasgow, a su vez, le dijo a Colingo: “Me temo que este sujeto nos está diciendo la verdad”.

Uno de los momentos impactantes del programa fue la declaración de Hickson sobre la ausencia de Calvin Parker. Al preguntarle el presentador por la salud de Parker, Hickson repuso: “No anda muy bien. Tuvo una crisis nerviosa y está internado en el hospital de Laurel. Iré a verlo tan pronto como regrese a casa”.

Carl Sagan abordó la imposibilidad del contacto con extraterrestres – salvo mediante comunicaciones radiotelescópicas – dadas las distancias que nos separaban de otros posibles mundos habitados. Esto le llevó a un enfrentamiento legendario con el astronauta James McDivitt, quien había visto y fotografiado objetos anómalos durante una misión del programa Géminis de la NASA. El astronauta arremetió contra Sagan, diciendo: “Usted trata de complicar la cuestión desde la perspectiva científica, y yo sería el último en argumentar contra la perspectiva científica, pero creo que las experiencias personales que han vivido estas personas no pueden descartarse. Usted sabe que yo tengo alguna experiencia con las señales de radio, y cuando recibimos señales de radio del espacio, ¿cómo sabemos que la señal no proviene del interior de su sistema en vez de alguien que le habla desde el espacio? La respuesta más sencilla es que el Sr. Hickson ha hablado con ellos en directo”.

La notoriedad del caso Pascagoula comenzó a desvanecerse poco después. Hickson regresó a Gautier, Mississippi, su pueblo natal, y habiendo ido de cacería, recibió un mensaje telepático de origen de lo que pensó pudo haber sido el misterioso objeto del 11 de octubre: “No queremos hacerte daño. No queremos hacerle daño a nadie. Tú lo has soportado. Tus has sido elegido. No debes temer. Nos comunicaremos nuevamente”.

El 12 de mayo de 1974, y en la compañía de su esposa e hijos, Hickson regresaba a su hogar de haber visitado a unos amigos, y todos pudieron ver el ovni a una distancia de 200 yardas. Kenny Gurley, uno de los yernos de Hickson, afirmó que el objeto era grande y ovalado, con ventanillas que proyectaban una luz blanca. Hickson quería bajarse del automóvil para tener otro encuentro con las criaturas desconocidas, pero su esposa comenzó a llorar, presa del histerismo, y su hija le suplicó que no le causara más angustia a la familia. La familia se alejó del lugar a 145 kilómetros por hora.

Se desconoce si el protagonista del caso volvió a tener otro encuentro con los seres no humanos; Calvin Parker tardó años en recuperarse de la crisis nerviosa, mudándose de Pascagoula para siempre y rehusando todo contacto con la comunidad ovni y la prensa.

Las palabras más sabias sobre todo el evento, retrospectivamente, fueron las pronunciadas por J. Allen Hynek al finalizar el programa de Dick Cavett: “Si [estos seres] efectivamente son inteligentes, entonces saben algo del mundo físico que nos son desconocidas, y también saben algo sobre el mundo psíquico que nos son desconocidas – y se valen de todas”.

Sunday, March 13, 2016

La vaca que cayó del cielo



La vaca que cayó del cielo: evidencia científica respalda la teoría de que una vaca mutilada cayó desde el cielo y rebotó.
Por Linda Moulton Howe
(c) 2006


24 de noviembre de 2006 – Valier, Condado de Pondera, Montana: Esta semana visité a Tom Kuka, comisario del condado de Pondera y a su alguacil en jefe, Dick Daily, al alguacil Ed Ericskon en sus oficinas del Tribunal de Conrad. Me encontraba ahí para trabajar con una cinematográfica de Toronto en la producción de una teleserie titulada Best Evidence a transmitirse por Discovery Channel en el 2007. Viajaba con Michael Sheehan, el productor del segmento, y su camarógrafo Douglas Monroe de Pleasant View, Utah, para entrevistarnos con el comisario Kuka y sus alguaciles en el rancho de John y Patricia Peterson en la localidad de Valier, al noroeste de Conrad. Conrad tiene una población de 3000 y Valier de 500.

El 8 de octubre, los Peterson habían trasladado parte de su ganado a uno de sus pastizales en Valier después de la cosecha de la cebada. Los rancheros sabían que todo iba bien a las 17:00 horas de esa tarde antes de cerrar la reja e irse a la casa. Temprano por la mañana el 9 de octubre, un vecino pudo ver la vaca tirada a unos cincuenta pies detrás de la alambrada de los Peterson a lo largo del camino condadal, pero no dio parte a las autoridades sobre la vaca. Posteriormente, el 11 de octubre de 2006, los Peterson descubrieron la vaca muerta y mutilada y llamaron al comisario Kuka. Ninguna de familias ganaderas en un radio de una milla de la posición del cadáver mutilado de la vaca tuvo conocimiento del asunto ni percibió nada inusual. A una milla al este se encuentra una estación de lanzamiento de proyectiles de la USAF.



Mirando al sur a lo largo del camino condadal de gravilla en Valier, Montana, 25 millas al noroeste de Conrad. Las fechas rosadas indican el cadáver muerto y mutilado de la vaca a la par que se acerca uno de los alguaciles.
Foto tomada por Dick Dailey, alguacil en jefe, condado de Pondera..

El 21 de noviembre, mientras que nuestras camionetas rodaban sobre el camino de gravilla, la gran vaca negra sobresalía entre el campo de color beige a la luz del sol de la tarde. En ese momento ya habían transcurrido unas seis semanas desde la muerte, pero ningún coyote ni otro depredador se había aprovechado del cadáver. Sin embargo, hubo un intruso humano: un vecino dijo que un afiliado de la cadena de televisión NBC de Montana le había cortado la cabeza a la vaca el sábado, 18 de noviembre, antes de nuestra llegada. Uno de los vecinos de los Peterson dijo que el motivo detrás de la decapitación era que un laboratorio universitario de Montana deseaba examinarla. Pero los Peterson me dijeron que nadie les había pedido permiso para remover la cabeza.
El resto del cuerpo visible mostraba que la ubre había sido extraída con un corte circular, como en la región anal/vaginal. Además de la ubre extirpada y del agujero rectal vaginal, el comisario Kuka y sus alguaciles habían hallado, el 11-12 de octubre de 2006, que la oreja izquierda, ojo, tejido ocular, lengua y maxilar del animal habían sido extirpados. En total, dicha lista de tejidos extirpados resulta típica en las mutilaciones mundiales de animales que se vienen dando desde la década de los ’60.



El comisario Tom Kuka y los alguaciles del condado de Pondera examinaron la cabeza de la vaca mutilada el 12 de octubre de 2006. Se han extirpado: la oreja izquierda, tejido ocular, tejido maxilar izquierdo, lengua, ubres y tejido anal/vaginal. Foto tomada por Dick Dailey, alguacil en jefe, condado de Pondera.



Maxilar izquierdo totalmente desglosado y sin sangre, como sucede en la mayoría de los casos de mutilaciones de granado desde mediados de la década de 1960.
Imagen © 2006 Pondera County Sheriff's Office.

La vaca rebotó contra el suelo

El comisario me llamó después de sus primeras visitas en octubre al rancho de los Peterson para decirme que parecía existir una marca de rebote de a unos cuatro o cinco pies al sureste del cadáver de la vaca. La tierra estaba apilada contra el lado norte de la marca, sugiriendo la posibilidad de que la vaca de 1300 libras de peso había caído desde lo alto con suficiente fuerza como para impactar contra la tierra y rebotar hasta su posición actual, con sus patas y cabeza apuntando hacia el norte.
Uno de los misterios, dijo el comisario Kuka, es que aunque la evidencia en tierra indicaba que la vaca había rebotado de sur a norte, los rastrojos de cebada de 6 pulgadas de alto estaban apilados de manera pareja y aplastada de norte a sur, en el sentido contrario.
A comienzos de octubre, tramité una charla entre el comisario Kuka y el biofísico W.C. Levengood en Michigan sobre cómo muestrear la tierra y las plantas jóvenes de cebada que crecían entre los rastrojos. Hoy entrevisté a W.C. Levengood en su laboratorio acerca de sus análisis hasta el momento, que respaldan la teoría de que la vaca de los Peterson había caído desde una gran altura, ya muerta y mutilada.



W. C. Levengood, biofísico, equivalencia de doctorado, Pinelandia Biophysical
Laboratory, Grass Lake, Michigan. Fotografia © por Linda Moulton Howe.

Entrevista:
W. C. Levengood, biofísico. Pinelandia Biophysical Laboratory, Grass Lake, Michigan: “Les doy el nombre de excisiones bovinas porque las alteraciones al tejido de la vaca no solo son consistentes, sino que muy precisas también. Lo que encontré en la vaca del condado de Pondera – gracias a la buena labor del comisario Tom Kuka – fue por las excelentes muestras de suelos y de cebada. Las muestras se tomaron a varias distancias de la vaca. En las direcciones norte y oeste, encontré mayormente lo que se había hallado en la mayoría de los sitios de mutilaciones. A la par que nos alejamos del animal, la energía en las plantas y los suelos que soy capaz de medir aumenta hasta a 20 pies del la vaca (un circulo de 20 pies de diámetro alrededor de los animales mutilados, en el que las energías mensurables son mas elevadas). Entonces, las fuerzas decaen de manera típica y consistente por distancia de los animales muertos. Esto fue lo que pude hallar con la vaca del condado de Pondera. Pero las anomalías fueron sorprendentes.
[...]
Mi hipótesis es que cuando la vaca del condado de Pondera cayó desde el cielo, redujo la energía natural presente en las moléculas de agua del terreno. Los suelos normales tipo silicato tienen una carga negativa en los pequeños granos de arena y cristales. Por ese motivo, cuando viene una nube de tormentas con una carga positiva en su fondo, se descarga contra la tierra, dado que la tierra tiene una carga negativa.

Así pues, pienso que la vaca de Montana tenía peso suficiente (1300 libras) como para producir una onda o pulso de energía positiva que neutralizó energía presente en los suelos. Así, que al menos provisionalmente, los suelos cerca y debajo de la vaca tenía una energía de casi cero.

Justo en la vaca, la energía de las plantas era anormalmente baja. Esto tendría sentido porque cuando la vaca chocó, el impacto inicial y el segundo aterrizaje [hicieron] que las energías se neutralizaran

¿En el punto de rebote donde se amontonó la tierra y donde aterrizó la vaca?

Correcto. No recuerdo haber tenido un grado de direccionalidad tan tremendo (de sur a norte) en las muestras de suelos y plantas que pude ver ahí. Normalmente se encuentran en anillos en torno a los animales y no en una dirección específica.

¿Cayó a tierra la vaca de Montana debido a uso de tecnología avanzada de haces? Si estamos enfrentando una tecnología avanzada de haces, como la han descrito algunos testigos presenciales, es posible que la vaca del condado de Pondera quedó suspendida dentro de dicho haz y se desplazaba en un ángulo sobre el terreno, interactuando con el terreno tal vez a 200 pies de dónde eventualmente impactó el animal?

Bien puede ser. No tengo manera de decir precisamente de dónde provino dicha fuerza, ni lo que la causa. Pero se trata de una hipótesis razonable por que la he encontrado en otros sitios de extirpación bovina, en donde no existe evidencia física alguna de caída. Existe el indicio de un pico energético a veinte pies del animal y alrededor del animal. Crea un círculo de alta energía en torno al animal.

¿Eso también podría explicarse si existiese un haz proyectando un círculo contra el suelo en el punto donde cayó el animal?


Sí, es correcto. Es una posibilidad.

Si seguimos conjeturando, ¿es posible que la tecnología de haces causó que los rastrojos de cebada quedaran aplanados de norte a sur antes de que el cadáver de la vaca hiciese impacto, rebotando de sur a norte?
Tal vez.

[Traducción de Scott Corrales para Arcana Mundi (c) 2006 con agradecimiento a Linda Moulton Howe]

La USAF y el Fenómeno OVNI



La USAF y el fenómeno OVNI
por Scott Corrales
(c)2006


A fines de 1992, un observador profesional de la revista Jane’s Defence Weekly afirmó haber visto el primer avión supersecreto Aurora de la fuerza aérea estadounidense (USAF, por sus siglas en inglés) desde una plataforma petrolera en el Mar del Norte. El nuevo reactor, según el experto, era capaz de superar seis veces la velocidad del sonido (Mach 6). En un mundo en el que hasta los secretos más celosamente guardados, como este, se dan a conocer, como sería posible mantener en reserva un secreto de tal magnitud como el estrellamiento de un objeto supuestamente oriundo de otro planeta?

De acuerdo con los entendidos en casos de estrellamientos y recuperaciones de ovnis (crash retrievals, en inglés) que han venido sucediendo desde mediados del siglo pasado, comenzando con el célebre caso Roswell, dichas intervenciones han sido posibilitadas por las labores secretas y veloces de un grupo especializado y altamente dotado que opera dentro de la Fuerza Aérea a sabiendas y con la colaboración de otros ramos de los servicios militares. Los especialistas que forman parte de este grupo casi siempre se presentan al lugar de los hechos en grupos de tres, vistiendo boinas militares de color azul.

Los hombres de la boina azul


La presencia de estos militares ha estado asociada con varios operativos secretos del ejercito norteamericano cuya existencia trascendió al público a fines de la década de los ‘80: Moondust, Bluefly y UFO – proyectos guiados por la cúpula de la Fuerza Aérea con el objetivo de recuperar, a como diese lugar, de cualquier artefacto proveniente del espacio exterior – ya fuese de hechura humana o extraterrestre – que se estrellase en los Estados Unidos o en cualquier otra parte del planeta. Si la recuperación del objeto caído se hacía difícil por las circunstancias o por sus dimensiones, el personal de inteligencia estaba bajo órdenes de estudiar el aparato o restos a pie de obra y entregar sus hallazgos al alto mando con la mayor brevedad. Dicho cuartel general estaba ubicado en el fuerte Belvoir, conocido como el “Destacamento 4, 696 Grupo de Inteligencia Aérea”.

Con el paso del tiempo y las distintas reestructuraciones de los servicios de inteligencia, la responsabilidad por dichos esfuerzos recayó sobre la Defense Intelligence Agency o DIA, pero se llegó a creer en la década de los ’90 que los objetivos de las misiones de Bluefly y afines ya no se circunscribían a la recuperación de chatarra espacial u otros objetos caídos de lo alto – los “boinas azules” representaban la faceta más visible de todo un servicio militar encargado de escamotear cualquier prueba física del fenómeno ovni. Otra faceta de este servicio estaría representada por los elementos del grupo denominado “Delta” (nombre que no guarda relación alguna con el mando antiterrorista creado durante la presidencia de Jimmy Carter) y que está encargado de los enigmáticos helicópteros negros que han plagado los cielos norteamericanos desde la década de los ’70.

El autor George C. Andrews, cuyos libros han tratado de sacar a la luz pública los manejos de estos grupos de alto secreto, cuenta en su obra Extraterrestrials Among Us (Minneapolis: Llewellyn Worldwide, 1987) que uno de estos aparatos oscuros tocó tierra en las grises arenas de una playa del estado de Nueva Jersey, en plena vista de la gran urbe neoyorquina. En 1974, una avería a bordo de uno de los helicópteros lo obligó a aterrizar; soldados vestidos en uniformes negros, portando fusiles M-16, formaron un perímetro a su alrededor. Los elementos de “Delta”, según trascendió, estaban en vías de transportar un cargamento de gran importancia desde Long Island hasta Nueva Jersey (posiblemente al depósito de municiones Earle, donde la Marina guarda las ojivas nucleares de la flota atlántica) cuando se produjo un desperfecto del sistema hidráulico. El inevitable enfrentamiento con las fuerzas el orden público seguramente hubiese culminado en una batalla entre policías estatales y los soldados, pero la situación no trascendió a peores.

En la actualidad existe una controversia que – según Andrews – vincula a los de “Delta” con el narcotráfico y los experimentos de guerra quimiobacteriológica sobre grandes centros urbanos en el oeste norteamericano. Una carta anónima remitida al periódico Up the Creek en la ciudad de Denver informaba que los helicópteros negros emitían “mezclas débiles de cianuro y dioxina” para comprobar el efecto que surtían estas sustancias sobre la población. Aunque no existe forma de comprobar semejante alegato, los expedientes sobre una variedad de pruebas arriesgadas que salieron a la luz pública durante el régimen de Clinton sugieren que puede tratarse de una posibilidad, y como antecedentes existen las liberaciones deliberadas de productos bacteriológicos en el subterráneo de Nueva York en la década de los ’50.

Durante la oleada de avistamientos OVNI de 1988 en la región del estado de Pennsylvania bañada por las aguas del lago Erie, cinco testigos dijeron haber presenciado las maniobras de un helicóptero negro sin ventanas, que emitía un sonido más parecido al de una avioneta que un helicóptero. Al pasar sobre el hogar de los testigos, el aparato causó interferencia con el televisor. Lo curioso de este caso es que el encuentro con el helicóptero desconocido se produjo cinco días después de que los guardacostas observaran las maniobras de un ovni policromático que acabó por posarse sobre la superficie helada del lago en marzo del año en cuestión.


El pentálogo del polvillo lunar

Uno de los documentos que marca las pautas del proyecto Moondust establece un pentálogo sobre los objetivos que han de tener los “boinas azules” en la realización de sus pesquisas: 1. Realizar observaciones previas al impacto, establecer la dirección de la trayectoria y la cantidad de objetos observados, establecer la hora en que se produjo el impacto, determinar las características de la zona de impacto y las circunstancias de la recuperación del activo; 2. Descripción de cualquier herida o daño causado por el objeto; suministrar detalles al máximo grado posible, pero evitando reclamos producidos por la estimulación del sujeto, especialmente reclamos triviales o pueriles; 3. Obtener descripciones de cualquier marca o letra de identificación; 4. Obtener descripciones detalladas de la naturaleza física y condiciones del objeto, incluyendo dimensiones efectivas o estimadas, peso, material de elaboración, etc.; 5. De resultar posible, tomar fotos del objeto desde perspectivas distintas usando una regla o caja de cigarrillos para establecer referencias de tamaño.

El pentálogo para el recuperador de OVNIS, por darle nombre, figuraba en una serie de documentos producidos por el Departamento de Estado y enviados a las distintas embajadas y oficinas consulares de los Estados Unidos en otros países. Estos documentos fueron obtenidos por el sargento Clifford Stone después de años de investigaciones y solicitudes al gobierno bajo la ley de libertad de información (FOIA), logrando establecer que el gobierno estadounidense tenía – desde la década de los ’60 – un protocolo bien establecido sobre la recuperación de cualquier objeto proveniente del espacio exterior, ya fuese de manufactura humana o no.

Otro documento se refiere específicamente a la composición del “personal del equipo de inteligencia”, es decir, los militares de boina azul que formaban los proyectos Moondust, Bluefly, UFO “y otros proyectos de reacción rápida bajo la dirección de AFCIN” (el mando central de inteligencia de la Fuerza Aérea). Los equipos de inteligencia –reza el memorando—debían consistir de tres hombres, a incluir un experto en lingüística, un técnico de inteligencia, y un jefe de operaciones, todos ellos con certificación de aerotransporte y con capacitación cruzada en las destrezas de cada elemento del equipo, para asegurar la funcionalidad del grupo “a pesar de las bajas que puedan producirse durante el empleo”.

Resulta curioso que a pesar de que los documentos obtenidos de parte del gobierno por Clifford Stone, los funcionarios encargados de las actividades en el fuerte Belvoir nieguen rotundamente la existencia de “cualquier organización encargada de los OVNIS ni cualquier información sobre el incidente de Roswell. Además, no existe ningún proyecto Moondust ni operación Bluefly. Esas misiones jamás existieron” (declaración hecha por el teniente coronel John Madison, División de Indagaciones del Congreso). Esta rotunda negación puede estar fundamentada en el hecho de que – según una carta fechada el 1ro de julio de 1987 y firmada por el coronel Philip Thompson – la designación Moon Dust ha caducado oficialmente y ha sido reemplazada por otra “cuyo nombre no puede divulgarse en este momento”.


“Si te digo lo que es, jamás lo creerías”

Los “boinas azules” se han mantenido activos desde el estrellamiento ovni de Kecksburg en 1965. En 1974, un objeto circular de setenta pies de diámetro supuestamente se estrelló en las cercanías de Chilili, estado de Nuevo México. Una columna de “boinas azules” se desprendió desde la base aérea Kirtland para desmantelar el objeto, mismo que fue trasladado inmediatamente a la base. En 1983 volvieron a aparecer en Gallup, Nuevo México, tras el estrellamiento de un “objeto de color verde”.

La explicación oficial ofrecida en este caso fue que se trataba de un meteorito o de fragmentos de la sonda soviética Cosmos 1402 durante su reingreso a la atmósfera terrestre. En 1985, el investigador Tom Adams, autor de una serie de boletines y cuadernos sobre la presencia OVNI en el suroeste de EE.UU.,pudo entrevistar a un policía militar acuartelado en el fuerte Carson de Colorado, y que había formado parte del grupo de seguridad que prestaba ayuda a los “boinas azules”.

El entrevistado, identificado tan solo como “Jeff”, dijo haber visto un objeto con forma discoidal en el fondo de una enorme zanja al pie de una montaña. El policía militar, extrañado, le preguntó a uno de los “boinas azules” si se trataba de un artefacto espacial ruso.

“Ojalá y lo fuera”, repuso el hombre. “Si te digo lo que es, jamás lo creerías. Nos envían de una parte del país al otro todo el tiempo para investigar situaciones parecidas”.

“Jeff” y los otros policías militares del fuerte Carson que habían acompañado a los “boinas azules” recibieron órdenes escritas indicando que estaba prohibido hablar sobre lo que habían visto so pena de consejo de guerra. A las 72 horas de haber concluido la misión, todos los que habían tomado parte en ella fueron destacados a otras bases.

Otro informe de Adams, The Choppers...and the Choppers”(Paris, Tx: Stigmata, 1990) incluye el caso de “Tony”, piloto de helicópteros en la base Hood del estado de Texas. En la navidad de 1980, “Tony” y otros pilotos recibieron la orden de acudir a un sitio determinado para vigilar “un avión experimental”

hasta que cierto grupo especializado pudiese personarse al lugar de los hechos. “Se trataba’, dijo “Tony”, “del diamante más grande que había visto en toda mi vida. Lo perseguimos por cinco o diez millas mientras que largaba chispas que llegaban a tocar la tierra”.

Abruptamente, los pilotos recibieron la orden de retirarse: el maravilloso diamante cobró altura y comenzó a alejarse. Los veintitrés helicópteros provenientes de otras bases aparte de Fort Hood regresaron a sus bases. Es de suponer que si el objeto se hubiese estrellado, los “boinas azules” habrían asegurado la zona para recuperar el objeto. Al igual que en el caso de “Jeff”, todos los pilotos fueron trasladados a otras instalaciones militares. “Tony” fue a parar en Alemania.

Es muy probable que este incidente esté relacionado con el caso Cash-Landrum, sucedido a fines de 1980, en el que las emanaciones radiactivas de un objeto cuya descripción es casi idéntica afectaron a las señoras Betty Cash y Vicki Landrum, que estaban en la carretera cuando tuvieron el objeto no identificado frente a frente. El aparato consiguió remontar e iba escoltado por 23 helicópteros negros, como en el caso descrito por “Tony”.

Las actividades de los “boinas azules” no están circunscritas a los EE.UU., como se dijo anteriormente. Los elementos de este proyecto han estado presentes en distintas partes del mundo durante situaciones parecidas, muchas veces antes de que los gobiernos de los países implicados pudiesen reaccionar: en 1967, cuando un objeto de tres toneladas de peso y con forma de cubo fue hallado en Kutúm, en la república africana de Sudán, elementos de Moondust se personaron para la investigación. El 25 de marzo de 1968, según los documentos obtenidos bajo FOIA por el sargento Stone, cuatro objetos cayeron en una región del Nepal. La embajada estadounidense en Katmandú envió un mensaje en clave para alertar al 1127mo Grupo de Actividades de Campo de la USAF en el fuerte Belvoir que podrían contar “con la plena colaboración del gobierno nepalés” en sus pesquisas. Aunque gran parte del mensaje ha sido eliminado, se entiende por el texto de que los objetos fueron enviados a EE.UU. y que eran de procedencia netamente terrestre. A comienzos de los ’70 estuvieron en Viet Nam, donde rescataron un bombardero B-52 que supuestamente había sido derribado por un OVNI; en 1978 se personaron en las estepas canadienses tras el estrellamiento del satélite nuclear soviético Cosmos 956. Los fondos para costear sus operaciones no aparecen en ninguna de las partidas presupuestarias del gobierno federal, claro está, al igual que sucede con los fondos destinados para el desarrollo de superaviones como el Aurora. Los rescatadores de OVNIS obtienen sus fondos del celebérrimo “presupuesto negro” (black budget, en inglés) cuyo monto supuestamente asciende a $16 billones USD, libres de la fiscalización del Congreso estadounidense.

Conclusión

¿Y qué ha sido de los ovnis supuestamente recobrados por estos servicios militares? Desde 1990 se rumora que vienen formando parte de una colección de al menos nueve vehículos localizados en la base Groom Lake del estado de Nevada, y que el estudio de su tecnología avanzada ha permitido que EE.UU. desarrolle su propio platillo volador y a las mejoras en las nuevas generaciones de aviones espía (los proyectos Senior Citizen, TR-3B, etc.). Naturalmente, las autoridades niegan todo esto.

Los “boinas azules” constituyeron el cuerpo de seguridad de Groom Lake hasta su reemplazo por guardias privados de especialidad con autorización para hacer uso de fuerza mortal contra cualquier insensato que se atreva a franquear al perímetro de la base sin la autorización correspondiente.

Cierto o falso, el hecho es que hay un grupo secreto de profesionales encargados de la apropiación de ingenios aeroespaciales que caen en cualquier lugar donde sea posible recuperarlos lo antes posible y a cualquier costo. Puesto que la desaparición de la Unión Soviética ha reducido la actividad espacial rusa en cierto grado, es muy posible que cualquier aparato recuperado de ahora en adelante pueda ser – con marcadas excepciones – de origen extraplanetario.

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Friday, March 11, 2016

The Mothership (la nave nodriza)



The Mothership (la nave nodriza)
Por Bill Yenne – extracto de su libro The Secret Weapons of the Cold War

Si el proyecto Aurora fue el referente para toda la especulación sobre proyectos negros de aviación desde los comienzos de la Guerra Fría, entonces la llamada “nave nodriza” es el vástago de aquellos, con una planta en el mundo de la aviación negra y otra en el mundo de los que especulan seriamente sobre el origen extraterrestre de los objetos voladores no identificados (OVNIS)

Haciendo las especulaciones a un lado, los informes sobre la “nave nodriza” están fundamentados en avistamientos serios. La mayoría de estos avistamientos han sucedido en el desierto de California, en los condados de Inyo, Kern y San Bernardino. Estas zonas están a menos de una hora de vuelo de las tres bases desde las cuales opera la aviación secreta: Edwards AFB, China Lake Naval Weapons Center, y el extenso polígono Nellis que incluye la instalación de Groom Lake en el Área 51.

El artefacto deriva su nombre del hecho que el avión es particularmente grande y se le ve acompañado por otros aviones más pequeños, a menudo interceptores F-16 y F-117. Estos últimos pueden estar presentes como aviones de persecución, o tal vez utilicen la “nave nodriza” para abastecerse de carburante. La Fuerza Aérea típicamente hace uso de los F-16 como aviones de persecución en la evaluación de aviones experimentales. Otros han sugerido que la nave misteriosa lanza aviones más pequeños desde el aire. Otros observadores afirman haber visto un aparato muy angosto con una longitud de 200 pies (60 m) que guarda cierto parecido al XB-70 de la década de los ’60. Dicho artefacto aún tendría un aspecto futurista en el siglo XXI.

Habiéndolo visto acompañado por otros aviones bien conocidos, algunos observadores consideran que tiene una envergadura de 150 pies (45 m), colocándolo en el mismo rango que el B-52 de Northrop. Los observadores están seguros que el avión misterioso no es un B-2, aunque típicamente suele ser visto de noche, lo que dificulta su evaluación.

Tuesday, March 01, 2016

Círculos de Maíz: ¿"Signos" desde arriba o artefactos humanos?




Círculos de Maíz: ¿"Signos" desde arriba o artefactos humanos?
Algunas especulaciones personales sobre un tema fractal

por Jacques Vallée
(C) 2002. J.F. Vallée
Traducción de Scott Corrales para Arcana Mundi (2003)
con agradecimiento a Jacques Vallée y Robert Frola, Australian Ufologist (Volumen VI, No.4)


La clave para la investigación de las anomalías yace a menudo en formular las preguntas correctas en vez de contemplar una larga lista de respuestas asumidas y pugnar sobre las hipótesis. Los círculos de maíz que han adornado los sembrados ingleses en las ultimas décadas son un buen ejemplo de este principio. Muchos investigadores bien intencionados de lo "paranormal" y entusiastas de la Nueva Era han sugerido inmediatamente que los círculos deben ser obra de Extraterrestres, mientras que la opinión generalizada de los periodistas y estudiosos tiende a manifestar que son el producto de fraudes. De hecho, dos jubilados fueron presentados por los medios mundiales como los autores autoproclamados de numerosos círculos. Con el paso de los años, muchos investigadores interesados --incluyendo este autor--han conocido y entrevistado a los "artistas" que habían generado algunas formaciones complejas de cultivos como una nueva clase de despliegue, en donde se utiliza el paisaje como lienzo para azorar la conciencia popular y estimular reacciones. No hay duda de que al menos algunas formaciones--incluyendo algunas que son sumamente complejas--son obra suya.

Esto deja sin explicar la mayoría de las formaciones, especialmente aquellas que han aparecido en corto plazo o bajo condiciones de gran precisión matemática. El dibujar una bicicleta o una araña en un trigal es una cosa, pero el conjunto Mandelbrot de geometría fractal es otra.

Cuando comenzaron a aparecer formaciones sofisticadas en los campos ingleses, varios equipos de investigadores ovni (provenientes de un trasfondo de estudios de suelos y rasgos relacionados a las impresiones familiares como consecuencia de avistamientos tales como el caso Delphos o el de Trans-en-Provence) comenzaron a darse cuenta de ellos. En vez de apresurarse a emitir conclusiones sobre el origen y el propósito de las formaciones, redactaron un listado de preguntas fundamentales que iban así:

¿Existe un cambio en la naturaleza de las formaciones con el paso del tiempo? ¿Qué es precisamente lo que sucede con la vegetación dentro de las zonas afectadas?

¿Hay algo de especial sobre la ubicación del fenómeno? Para buscar información sobre estos temas, establecieron un protocolo para recopilar muestras de vegetación y las remitieron a un número de laboratorios para someterlas a estudios de microscopía. Los resultados, que fueron tratados mayormente en las reuniones de la Sociedad de Exploración Científica y en otros eventos públicos, jamás parecen haber sido de suficiente interés a los medios (o de hecho, a la vertiente principal de la ovnilogía) como para llamar su atención, tal vez porque estaban en conflicto con la naturaleza sensacional de las otras hipótesis.

Las respuestas son las siguientes

Las formaciones iniciales fueron círculos sencillos, seguidos por círculos con satélites. En años posteriores, aparecieron figuras geométricas más sofisticadas y trazadas con mayor precisión.

La vegetación está doblada debido a que los nódulos han reventado. Los tallos no están rotos, y de hecho, se informa que las plantas a menudo reanudan su crecimiento. Todas las formaciones significativas estaban en una zona próxima a centros de investigación importantes del "establishment" militar británico, a menudo en espacio aéreo controlado.

Se acabaron los aliens y los druidas


Estos estudios señalan que las formaciones son el resultado de experimentos sofisticados de guerra electrónica llevados a cabo por contratistas de defensa. La respuesta a la pregunta (1) ofrece la primera pista: si tratamos de calibrar un haz, el trazado de un patrón sobre un trigal puede rendir información precisa dentro del diámetro de un tallo en cientos de pies, representando una situación de prueba inicial. La respuesta a la pregunta (2) se reduce a la clase de energía que puede ser responsable, porque la cantidad de radiación termal que debe acoplarse en un solo tallo de trigo para vaporizar el contenido de agua es una variable conocida, como establecieron las pruebas de laboratorio en Francia y en los Estados Unidos. Las respuestas a la pregunta (3) apunta hacia los probables autores de las pruebas.

Resulta tentador saltar a la conclusión de que se desarrolla alguna clase de arma basada en el espacio. Tengo reparos en suponer esto debido al gran costo que representa. Aunque los satélites representen la máxima plataforma para semejante tipo de arma, algo que no me parece obvio, las pruebas de calibración pueden realizarse mucho más económicamente desde un avión convencional. En aquellos casos en que los testigos en tierra han presenciado la creación de formaciones, hand descrito un resplandor rojo a nivel de tierra, con la vegetación quedando doblada en cuestión de minutos. Esto sería consistente con un haz dirigido contra la tierra desde un dirigible, pintando una figura de manera muy parecida a la que el haz de electrones "pinta" una imagen digital en la pantalla de un ordenador. Partiendo de conversaciones entabladas con los investigadores involucrados, sería difícil que se tratara meramente de un simple haz infrarrojo, o alguna clase de máser. Tal vez las pruebas, y el aumento en la sofisticación de las mismas, responda al descubrimiento de combinaciones óptimas.

Esto deja varios asuntos pendientes: ¿Por qué no ven los testigos las supuestas plataformas flotantes, si sencillamente vuelan sobre los campos? Y qué hay de las "confesiones" de los dos jubilados que reclaman haber hecho los círculos con un tablón y un trozo de cuerda? Y por qué prosiguen los experimentos hasta un punto en que la tecnología parece haber alcanzado un alto nivel de perfeccionamiento? Solo tengo respuestas provisorias a este nuevo conjunto de interrogantes:

Hace muchos años dicté una conferencia sobre investigación ovni en la universidad de Oxford. Uno de los participantes, miembro de la facultad de física, me relató una experiencia personal interesante. Su pasatiempo consistía en volar sobre los campos ingleses en su planeador. En una tarde soleada, quedó atónito al ver que su avión estaba reflejado en una superficie que parecía estar inmóvil en la atmósfera. Voló en torno al objeto para determinar que era un cilindro perfectamente reflectivo. Resulta obvio que semejante dispositivo tendría características de "baja observabilidad" -- una plataforma "Stealth" visual.

Lo que resulta sospechoso es que la confesión de los dos jubilados es que apareció simultáneamente en la primera plana de los periódicos internacionales y en CNN el mismo día. Cualquier autor publicado que esté familiarizado con la dificultad de obtener la atención de los medios sabrá que se requiere una agencia de relaciones públicas muy importante para colocar una noticia de primera plana en el Wall Street Journal, el New York Times, Le Figaro y muchos otros periódicos el mismo día. Dónde adquirieron los dos jubilados la clase de influencia que circularía sus reclamos alrededor del mundo? El resultado fue instantáneo: tanto la prensa como la mayoría de los científicos perdieron el interés en la historia por 10 años.

¿Por qué prosiguen las pruebas? Confieso que no tengo buenas respuestas para ello. Parece inverosímil suponer que se han convertido en pruebas más sociológicas que tecnológicas, pero esto puede proporcionar una explicación. Tarde o temprano se sabrá la verdad, y podrá utilizarse para desacreditar la comunidad de investigadores paranormales que se precipitaron a descifrar escritos alienígenas en las formaciones, o que han supuesto el regreso de los druidas, luces terrestres o mensajes desde Gaia sin haber comprobado primero la física básica de la situación. También puede ser cierto que dichas hipótesis hayan sido fríamente sembradas entre mundillo de la Nueva Era como parte de un experimento de guerra psicológica, y la verdadera naturaleza de las formaciones agrícolas podrá ocultarse de la atención seria por mucho tiempo.

¿Para qué se necesitaría desarrollar semejante haz? La destrucción de los misiles entrantes (o la mera confusión de sus electrónica) representan un motivo obvio, pero ya hay varios proyectos en vías a producir semejantes armas, notablemente en Boeing y en otros contratistas de la defensa. Pero tal vez estemos equivocados al suponer que el haz en sí es un arma. Tal vez pueda utilizarse para conducir una cantidad mucho mayor de energía (plasma confinado, o la bola de fuego creada por una detonación nuclear, por ejemplo) hasta su destino final. La clase de amenaza presente en el mundo de hoy incluye objetivos que tal vez no convenga destruir, sino fundirlos dentro de una bola de fuego. Dicho objetivo bien podría ser un laboratorio biológico o una fábrica química en donde la difusión de patógenos resulta poco deseable. Es esto lo que nos advierten los inocentes diseños en la campiña británica? De ser así, sus mensaje puede ser mucho más grave que cualquier comunicación recibida de los ET, sea amistosa o no.