Monday, November 30, 2015

Jacques Vallée contesta preguntas en las redes sociales



El Dr. Jacques Vallée estuvo ayer en la red social REDDIT - una ponencia poco concurrida, por desgracia, y plagada por la inmadurez que suele respirarse en foros abiertos. No obstante, el astrónomo contestó varias preguntas interesantes como estas.

Pregunta: ¿Cree usted que pueda haber aliens viviendo entre nosotros?

Vallée: Tendrían que estar estrechamente relacionados a nosotros en lo genético, o aquello que "los envía" tendría que fabricar sus cuerpos en consonancia con la fisiología humana. Pero existen otras hipótesis. El fenómeno podría estar creando una ilusión de realidad virtual mediante la cual distintos seres pueden desenvolverse entre nosotros.

Pregunta: ¿Cree usted que aliens han visitado este planeta? Desde mi perspectiva, siempre he considerado que hay algo allá afuera, pero no estoy convencido de que nos visitaran debido a las grandes distancias entre nosotros y el planeta más cercano capaz de tener vida.

Vallée: No estoy seguro que la cuestión de la distancia represente un problema. La nueva física (como los agujeros de gusano) permitiría comunicación muy rápida entre partes remotas del universo, y quizás también la transportación. La vida y la conciencia deben existir en todas partes. El fenómeno OVNI ha estado con nosotros desde el comienzo de la historia. No significa que se trate de "aliens" en el sentido rutinario, sin embargo. Puede haber una multiplicidad de dimensiones.

Pregunta: ¿Qué avistamientos OVNI específicos y apasionantes cree usted que merecen investigación adicional? ¿Tiene usted planes para investigaciones futuras?


Vallée: Hay varios casos clásicos en los expedientes de la USAF que merecen mucho estudio como las observaciones realizadas a bordo de aviones de inteligencia electrónica (RB-47) que detectaron un OVNI visualmente y por radar sobre el Golfo de México, seguidos por el objeto a lo largo de Texas y Oklahoma. La fecha fue el 17 de julio de 1975. El avión era un Boeing Stratojet. El caso es uno de 800 que la Fuerza Aérea considera como "no identificado".

Pregunta: ¿Cómo interpreta usted la película 2001: la odisea del espacio de Stanley Kubrick?

Vallée: La interpreto como el reconocimiento temprano de que el espacio, el tiempo y la conciencia están entrelazados de manera compleja.

Pregunta: ¿Considera usted que el espacio es infinito? Además, cree usted que la misión para aterrizar en Marte representa una parte esencial de la exploración del espacio?

Vallée: Marte será mucho más difícil de lo que anticipa la gente porque el problema fundamental es la biología. Hay muchos factores desconocidos y soluciones que aún no han sido sometidas a prueba. El problema sobre la infinidad presenta retos para la física moderna. El Big Bang postularía que el universo es una esfera de cuatro dimensiones que se expande hacia un futuro infinito, pero existen modelos alternativos (el multiverso, string theory, etc.)

Pregunta: ¿Cuál representación de un alien en el cine sería la más fácil de vencer en una pelea mano a mano?

Vallée: Siempre he sido admirador de Forbidden Planet, pero la lucha no era física. He ahí el problema con los aliens del cine - ¡su objetivo puede ser tu mente!

Pregunta: ¿Cuáles serían las probabilidades, en su opinión, de que el gobierno sabe sobre los aliens y lo está encubriendo? ¿Debería haber divulgación?

Vallée: No te puedo dar porcentajes, pero debo suponer que el gobierno de EE.UU. sabe mucho más que yo o al menos tiene más datos de lo que dispongo. EL problema reside en lo que piensan hacer con esos datos, que fácilmente pueden pasar desapercibidos. Cada agencia trata de lidiar con trozos diminutos de la información sin que nadie pueda examinarlos globalmente. Así que posiblemente descartarían la mayor parte de los datos, como lo hizo la USAF. En vez de la "divulgación", preferiría que reconociesen la existencia de que existe un fenómeno desconocido, convocando una especie de licitación entre la comunidad científica para presentar propuestas sobre investigaciones fundamentales. Así comenzó Internet: muchos equipos presentaron propuestas para la formación de redes, ARPA selecciono las diez mejores y las financió, repasando los resultados uno o dos años después, reembolsando las mejores y así por el estilo. Esta es la mejor forma para llevar a cabo la investigación - en plan competitivo, alistando las mejores mentes en distintas disciplinas. Lo que sí sabemos es que el fenómeno OVNI es sumamente complejo y no se limita a "aliens".

Pregunta: Hola. Me pregunto si usted cree que existen otros mundos muy parecidos al nuestro que puedan contener vida. Lo que ocurrió para que nuestro mundo pudiese albergar vida, ¿estará tomando lugar en otro lado, pero en un tiempo distinto, haciendo que dicho planeta se encuentre en una etapa de crecimiento distinta a la nuestra? Gracias.

Vallée: Entre los 2000+ planetas identificados hasta al momento, puede haber vida que no es parecida a la nuestra (los planetas son demasiado grandes o en órbitas que no fomentarían la vida. Pero la posibilidad de un planeta parecido al nuestros puede darse entre miles de millones de mundos. Por supuesto, uno de los retos consiste en definir lo que queremos decir por "vida". Puede haber otra forma de conciencia (¿un plasma inteligente?) que no hemos descubierto. Sobre la etapa de desarrollo, lo único que podemos hacer es suponer que seríamos el promedio, significando que existirían civilizaciones mucho más adelantadas que la nuestra.

[Traducción de Scott Corrales para Arcana Mundi]

Friday, November 13, 2015

Extraños aterrizajes OVNI



Extraños aterrizajes OVNI
Por Scott Corrales © 2015 en exclusiva para Arcana Mundi

Los OVNIS ya no aterrizan. Las extrañas luces que causaron asombro a múltiples generaciones ahora se limitan a estorbar el tránsito de los aviones de línea y servir de blanco a los múltiples dispositivos fotográficos de nuestra era. En ningún momento hemos tenido tanto material gráfico como lo ha habido desde la década de los ’90 con la llegada de las videocámaras de Super-8 y VHS-C, y luego las cámaras fotográficas digitales.

Pero los OVNIS ya no aterrizan. Durante algún tiempo se dedicaron a ir directamente a las alcobas de los seres humanos a secuestrarlos – algo reservado en el ayer para personas que transitaban por caminos solitarios o que de otro modo se hallaban en el lugar equivocado en el peor de los momentos. Todos llevamos grabados en la mente el caso del matrimonio Hill, los alaridos de Barney Hill en las viejas cintas magnetofónicas del doctor Benjamin Simon, las recreaciones que se hicieron para la televisión en épocas posteriores, como The UFO Incident, con nada menos que James Earl Jones (sí, la inconfundible voz de Darth Vader) encarnando al maltrecho secuestrado.

Y los OVNIS siguen sin aterrizar, haciendo que muchos – sobre todo los de la nueva generación de escépticos – se pregunten si alguna vez lo hicieron, y si toda la información recopilada por sus mayores no pasa de ser patrañas; la misma opinión que se reservan sobre los aterrizajes lunares en 1969 y comienzos de los setenta.

Precisamente ahí yace el problema: objetos de procedencia desconocida causaron efectos destructivos sobre la superficie terrestre, dejando círculos quemados en el asfalto, dañando pastizales y tierras de cultivo, derribando antenas de radio, chocando contra locomotoras y otros objetos. Lo más sencillo sería sacudir la cabeza, cerrar los expedientes y decirnos a nosotros mismos que todo fue un error, pero la realidad es otra.


Un caso en Francia


En 1971, dos jóvenes del departamento francés de Var en el sureste del país galo tuvieron un encuentro ovni que se quedaría con ellos para siempre. Según el investigador J.C. Dufour, cuya narración aparecería en la legendaria Flying Saucer Review gracias a una traducción por su director, Gordon Creighton, los muchachos – Pierre Calafat y André Bouchaud, ambos músicos, habían alquilado una casa en una región aislada cerca de Draguignan para realizar ensayos. En la noche del 29 de marzo de 1971, los músicos avanzaban por la pequeña calzada que conducía a la casa cuando observaron una luz rojiza en el cielo. Fue entonces que observaron gran disco de color rojo, con la forma de un plato, sobrevolando un viñedo a ciento cincuenta metros de la propiedad. Los músicos estacionaron su vehículo en la entrada y se dedicaron a contemplar las maniobras zigzagueantes del OVNI, que acabo por colocarse a menos de diez metros sobre la superficie y a unos escasos cincuenta metros de los músicos. El objeto remontó el vuelo y se alejó de la zona hacia la población de Flayosc. No sería sino hasta el mes de septiembre de aquel año que los investigadores hallarían los efectos físicos producidos por este enigmático objeto, sea lo que haya sido. Un encuentro cercano del 2do tipo en toda regla.

“Estos rasgos”, señala Dufour en la nota para Flying Saucer Review, “se encontraron en el campo vecino al viñedo, donde la hierba está muy crecida y gruesa, de tipo gramináceo. Cuando encontramos las huellas, eran tan frescas que no pudieron haber sido hechas en marzo, sino mucho más tarde, y en todo caso, no podían tener más de dos semanas de edad. La marca principal es un círculo perfecto con un diámetro de cinco metros. La hierba se halla descolorada dentro de este círculo. La vegetación esta aplastada a lo largo de la periferia de este círculo, o mejor dicho, la hierba ha sido barrida en sentido sinistrorso. Este anillo aplanado tiene un ancho de 0.6 metros, sin agujeros en la tierra, ni marcas que sugiriesen un aterrizaje físico. Al este de esta marca principal había otro círculo de un metro en diámetro, con la misma descoloración. Se utilizó un contador Geiger para detectar la presencia de radiaciones, pero las lecturas fueron cero.”
El investigador apunta que dos árboles – un almendro y un cerezo – estaban totalmente muertos, pero no era posible determinar si habían sido fulminados por alguna enfermedad propia a dichos cultivos o si era por el efecto del OVNI que los había sobrevolado en marzo del ’71.

El detalle más curioso que emerge de la investigación es que un avistamiento parecido había ocurrido en el mismo lugar años atrás (Noviembre de 1965). Y como si no fuese suficiente sincronicidad, la casa también había sido alquilada por un músico de nombre Bernard Blanc en Julio del ’71. Aunque durante este otro caso tampoco se produjo un aterrizaje, el músico sufrió efectos físicos: “Todos dormíamos en la misma habitación. Repentinamente, al punto de quedarme dormido, escuché un ruido difícil de describir, como si alguien estuviese bajando las escaleras del primer piso. Fue entonces que pude oír una especie de silbido, progresivamente más alto. A la misma vez, sentí que me invadía un calor intenso. Mi cuerpo estaba paralizado, como si me hubiesen encerrado en una armadura. El silbido era tan insoportable que traté de despertar a uno de mis colegas – estiré la mano, pero mi brazo no respondía a mis mandos. Sentí mucho miedo, y estaba plenamente consciente de lo que sucedía. La pálida luna brillaba por entre las persianas. La situación duró unos tres minutos, y el sonido comenzó a menguar. Repentinamente se produjo un gran destello afuera, como una luz de magnesio, y enseguida me sentí liberado de aquello. Recuerdo claramente que mis compañeros emitieron sonidos de alivio. Dos de ellos se despertaron, y cada uno me dijo – “he tenido una pesadilla horrenda”.

Un “resplandor rojizo” también caracterizaría un caso estadounidense poco conocido que tomó lugar el 13 de mayo de 1978 en las afueras de Kerman, California. Un agente del orden público tuvo su propio encuentro cercano del segundo tipo en horas de la madrugada, cuando la intensidad de la luz roja desconocida le hizo pensar que se había desatado un incendio forestal en las afueras del pueblo. Dirigiéndose a toda prisa al lugar de los hechos, el policía condujo su coche patrulla sobre un sembradío, donde pudo presenciar un gran resplandor circular en el aire. El objeto mudó su color de rojo al azul y abandonó la zona en cuestión de minutos.

El policía no tardo en desarrollar todos los síntomas de una quemadura solar en todo el cuerpo (como los personajes de Gillian y Roy Neary en la película Encuentros en tercera fase). Sorprendido, el agente se dirigió al hospital, viéndose forzado a contar su historia al personal de guardia. James Van Cleaf, jefe de la policía de Kerman, confirmó el incidente y describió al agente herido por la radiación desconocida como un hombre digno de fiar. Se trata del único caso en que un funcionario público ha señalado en un formulario del fondo de salud del estado de California que sus lesiones fueron consecuencia de “haber visto un OVNI”.

Aterrizaje en el lago congelado

La provincia canadiense de Ontario es una de las más importantes de ese país – el segundo más grande de nuestro planeta después de la Federación Rusa – pero su población se restringe a la franja que rodea los lagos Ontario e Erie. Rica de bosques y lagos menores, la enorme extensión de Ontario, superando los 908,000 kilómetros cuadrados, hace de ella un lugar amplio y desconocido, perfecto para los fenómenos anómalos. Entre sus cuerpos de agua figura el Boshkung, en las cercanías del poblado de Minden.

Corría el mes de noviembre de 1973 – cuarenta y dos años atrás – y mientras que los Estados Unidos vivía la “gran oleada ovni del ‘73”, Canadá no se quedaba atrás. Dos agentes de bienes raíces – Jim Cooper y Earl Pitts – regresaban a sus casas en Minden cuando vieron un objeto “sorprendente” que se desplazó ante sus ojos en cuestión de segundos. El objeto tenía unos dieciocho pies de largo, era ancho en su morro y ahusado hacia la cola, con una luz blanca en la punta de la misma. Un piloto de avionetas confirmaría este avistamiento posteriormente, describiéndolo como “un helicóptero sin cola” que se desplazaba a toda velocidad hacia el lago Boshkung.

Desde aquel momento, el periódico local Minden Progress comenzaría a publicar artículos sobre los distintos avistamientos en la zona, aunque a diferencia de los casos estadounidenses de la misma época, no se produjeron encuentros espectaculares entre humanos y los ocupantes de las luces ni efectos electromagnéticos sobre coches o camiones.

No fue hasta febrero de 1974 que los OVNI parecieron interesarse por los habitantes de la zona. El matrimonio Lunham, que vivía en una casa a la orilla del Boshkung, acaba de cenar cuando vieron uno de los extraños objetos sobre la superficie de lago, dirigiéndose justo hacia su hogar. A mitad del cuerpo de agua, el objeto comenzó a resplandecer con una luz blanca intensa, generando suficiente calor como para derretir el hielo que se adhería a las ventanas de la casa de los Lunham. La señora Lunham declararía posteriormente que el vidrio estaba tan caliente que era imposible tocarlo, a pesar de que la temperatura exterior rondaba los –20 grados Fahrenheit.



La superficie congelada del lago Boshkung acabaría convirtiéndose en un “estacionamiento” para estos objetos extraños. Los aparatos desconocidos aparecían sobre el lago durante el ocaso, a veces solos o en pares, hasta que era posible contar una docena o más de ellos sobre el hielo. A veces se posaban sobre el hielo, otras veces se mantenían suspendidos sobre el mismo, y en ciertos casos hacían algo sumamente curioso: se cernían sobre los agujeros en el hielo que habían sido hechos por los pescadores locales, aunque era imposible ver si extraían agua para fines desconocidos.
Los extraños objetos parecían sentirse muy confiados de la región: el 26 de febrero de ese año se posaron a unos cuarenta pies de la casa de los Lunham, permitiendo que la pareja ofreciese una descripción cabal de ellos: contaban con cuatro alas que se extendían veinte o más pies de punta a punta; eran de color oscuro y equipados con faros de color blanco azulado. Otros parecían disponer de antenas externas—hasta nueve en ciertos casos—que parecían permitir la comunicación entre aparatos mediante una serie de destellos, como si utilizaran algún tipo de código. Según el testimonio del señor Ashley Lunham, los objetos no se parecían en nada a los aviones que conocemos, y menos en su funcionamiento, ya que los objetos “rebotaban” varias veces, como pelotas, para despegar, haciendo un sonido sordo que desparecía tan pronto como se separaban del suelo. La señora Lunham afirmó haber presenciado un OVNI que tuvo problemas para despegar, como si le fallara el motor. Esto le hizo pensar que fuesen lo que fuesen, no eran producto de una civilización espacial avanzada.

El reportero Peter Courtney fue responsable del primer intento de fotografiar los alucinantes objetos que se daban cita en el helado lago Boshkung como parte de sus reportajes sobre los ovnis que asolaban el condado de Halliburton. Con su pesada ropa de abrigo, su trineo motorizado, Cámara fotográfica SLR de 35mm y trípode, Courtney visitó el lago varias veces hasta que a las 9:00 pm del 10 de marzo de 1974, cuando la luna llena bañaba la blancura del congelado Boshkung con su luz, pudo ver una luz roja que se movía sobre los árboles. A pesar de su equipo, no pudo obtener una imagen clara del objeto.

Pero lo que ignoraba el reportero era que a cierta distancia de donde observaba las maniobras nocturnas del objeto rojo, se tendía una celada.

Cincuenta vecinos de Minden, cansados de ver tantos objetos extraños, se apiñaron en una de las costas del lago con la intención de tomar acción decisiva. Entre su número figuraban seis cazadores armados con escopetas de alta potencia que enfilaron sus trineos motorizados hacia la superficie del lago conforme se acercaba uno de los no identificados. Disparando casi al unísono, muchos de los presentes afirmaron haber escuchado el lejano impacto de las balas contra el casco del intruso, que siguió de largo.

La comunidad exigía respuestas que ni las autoridades locales ni el departamento canadiense de defensa estaban dispuestos a ofrecer. La policía insistía que los objetos eran meramente reflejos de luz sobre el hielo; los militares ni siquiera se dignaron en ofrecer una hipótesis.

La actividad anómala sobre el lago prosiguió una vez llegada la primavera, y los vecinos insistieron que había sido posible localizar huellas del aterrizaje de varios objetos entre las arboledas, como si los aparatos hubiesen utilizado los claros de bosque para protegerse de las miradas de los curiosos.

Escribiendo detenidamente sobre este caso en su libro Strange Encounters, el investigador Curt Sutherly (antiguo redactor de la desaparecida revista Pursuit, órgano de difusión de la organización SITU creada por el criptozoólogo Ivan Sanderson) manifestó lo siguiente: “Si los objetos fueron verdaderamente naves espaciales, estaban impulsadas por motores sorprendentemente primitivos – motores escasamente mejores que los nuestros, con dificultades al arrancar durante las frías mañanas de invierno...los objetos caían al suelo para desaparecer dentro de la mismísima tierra. Finalmente, hay que considerar que a pesar de la gran cantidad de avistamientos, nadie vio ni un solo tripulante”.

El lago Boshkung no es el único lago canadiense con una reputación funesta. En 1966, una pareja y su hijo adolescente fueron en viaje de pesca al lago Onion, un cuerpo acuático bastante distante de las concentraciones urbanas, veinte millas al norte de Thunder Bay, provincia de Ontario. Llegando al anochecer, la familia estaba de plácemes por el hecho de ser los únicos en el sitio. Pero su júbilo se convirtió en terror al verse envueltos en “una oscuridad y silencio total y completo” interrumpido por un extraño sonido raspante, con un olor parecido al de los abrasantes industriales de acero. Más aterrador aún fue el hecho de que el hijo de la familia, de 15 años de edad, se esfumó repentinamente frente a sus ojos, y no respondía a los gritos de sus padres.
Una vez desvanecida la oscuridad sobrenatural, el adolescente salió de la nada, diciendo nerviosamente que había visto un “avión” con forma de disco, y que había caminado hacia el objeto, pero que no recordaba lo sucedido. Este estado de amnesia deterioró hasta convertirse en un trastorno mental. El desdichado joven fue enviado de un hospital psiquiátrico a otro a raíz de aquella noche en el lago Onion, según la carta escrita por los padres al investigador canadiense John Colombo, quien la incluyo en su libro UFOs Over Canada (Hounslow, 1992).

Por increíble que puedan parecer los incidentes en el Lago Boskhung, eran tan solo parte de un macroavistamiento que abarcaba el sur de Canadá en aquel momento. El investigador Brian Vike de la organización HBCC con sede en la ciudad de Vancouver menciona otro caso que tomó lugar en la década de los ’70 en otro cuerpo de agua: el lago Scugog, al norte de la populosa Toronto. El testigo– Ian Harper, adolescente al momento de producirse el caso – había salido al patio de su casa un verano con su padre para separar dos gatos enfrascados en una pelea. Harper le comentó a su padre que un objeto en el firmamento parecía brillar con más intensidad que las demás estrellas.

El objeto en cuestión se desplazaba desde el sur hacia el norte y el padre del testigo – que había sido controlador de tránsito aéreo en Escocia – dijo casi enseguida que no se trataba de un avión, pensando que sería alguna especie de satélite. El objeto casi enseguida comenzó a desplazarse en zig-zag, abarcando la gran distancia de este a oeste a gran velocidad. Posteriormente regresó a su posición original para seguir su lento trayecto.

Meses más tarde, el joven Harper se encontraba cuidando de sus hermanos pequeños mientras que sus padres habían salido a cenar. Después de acabado el partido televisado de hockey, el testigo se levantó de su silla para cambiar de canales, y percibió una luz de gran brillantez por la ventana del salón, observando que las sombras de los árboles parecían desplazarse en la nieve. Su sorpresa fue mayúscula cuando pudo ver un objeto de grandes dimensiones que se movía por encima de su hogar y se alejaba por encima de los árboles. El objeto, según recuerda el testigo, era de color verde con un borde anaranjado. El objeto se alejó a un cuarto de milla de distancia antes de bajar repentinamente del cielo, como si fuese a chocar contra la tierra. Pero el intruso se detuvo antes de hacer impacto y comenzó a cernirse antes de aterrizar detrás de la arboleda, resplandeciendo en la oscuridad. El testigo y un amigo visitaron el lugar del supuesto aterrizaje en la nieve sin encontrar nada.

Pero una sorpresa adicional aguardaba a Ian Harper.

Un año después del aterrizaje, se encontraba montado en su bicicleta y acompañado por su perro, paseando por un camino que estaba al sur de su aldea. El can, un perro de aguas de gran tamaño, repentinamente salió corriendo, gruñendo y ladrando. Harper pudo ver que su mascota había visto un animal blanco—quizás un gato grande—y había salido a interceptarlo. Bajándose de la bicicleta para ir tras el perro, se fijó que el animal se había detenido en seco, como si se hubiera encontrado repentinamente con una barrera invisible.
Fue entonces que “aquello” – como lo denominó Harper – comenzó a erguirse lentamente. Lo que inicialmente había tomado por un gato de color blanco resultó ser “algo de tres pies de alto, con brazos largos y delgados y una gran cabeza. Mi primera impresión de “aquello” es que se trataba de un mono. Fue entonces que se produjo un sonido que se me hace difícil describir: una especie de gruñido o grito subsónico. No creo que el sonido haya salido de “aquello”, sino que parecía rodearme. Pude sentir el sonido en todo mi cuerpo. El perro se detuvo, dio la media vuelta, y salió corriendo con el rabo entre las piernas. Sentí tanto miedo que me fue imposible subirme a la bicicleta de nuevo; Comencé a correr, empujando la bicicleta por delante. Cuando llegué a mi hogar, mis padres tenían visita, así que me fui directo a mi habitación”.

Por rara que pueda parecernos la experiencia del joven canadiense, algo parecido sucedió en Nueva Gales del Sur (Australia) a comienzos de 1978. Un hombre de 25 años de edad alcanzó ver dos objetos amarillos de forma irregular cerca de la población de Grafton. Uno de los enigmáticos objetos parecía desplazarse por la ladera de una montaña, emitiendo una cortina de chispas. El testigo, de apellido Price, afirmó no poder recordar los siguientes minutos de su recorrido.

A la media hora después del avistamiento inicial, Price afirmó haber visto algo que guardaba cierto parecido a un "gallinero" al llegar a la población de Armidale. El objeto estaba posado en la tierra y luego procedió a moverse; el testigo vió que se trataba de un objeto fusforme con claraboyas.

A diferencia de muchos otros casos, Price detuvo su vehículo para sacar fotos del "gallinero" - imágenes que no presentaron más un gran borrón amarillo al momento de ser reveladas. Al acercarse al objeto, este retrocedió, ocultándose en lo que el testigo tomó por neblina. Una neblina sumamente rara que parecía salir de un desfiladero cercano, reduciendo la visiblidad a menos de tres metros. La singular neblina venía acompañada por un sonido descrito como "parecido al de una aspiradora", y tanto el obstáculo visual como el sonido acompañante desaparecieron de repente, dejando a Price solo en la silenciosa oscuridad de las antípodas.

De regreso a su vehículo, Price sintió lo que describió como dos ondas de choque, separadas entre sí por un intervalo de sesenta segundos. La región entera se vió sacudida y la normalidad se reestableció posterior a esto.

Thursday, November 05, 2015

Pánico en el cielo: Los macroavistamientos



Pánico en el cielo: Los macroavistamientos
Por Scott Corrales © 2015 para Arcana Mundi

Basta con abrir cualquiera de los cientos – tal vez miles – de libros escritos sobre el fenómeno ovni desde la década de los ’50 del siglo pasado para encontrar que comienzan con uno de dos casos, en repetidas ocasiones. El primero es la referencia al papiro Tulli, que documenta la presencia de objetos extraños, o fenómenos naturales que se escapaban a la comprensión de los antiguos egipcios, durante el reinado del faraón Tutmosis. El segundo consiste en el grabado renacentista de un sinnúmero de esferas blancas y negras – así como una imponente daga negra – en los cielos sobre Núremberg el 14 de abril de 1561. Esta característica ha saltado del papel al medio electrónico, y resulta más común encontrar este último entre las pesquisas realizadas con buscadores.

Lo que tienen en común es que abordan dos conceptos distintos del término “mass sighting” – un evento que envuelve la participación de numerosos objetos desconocidos en el cielo en una sola ocasión, o varios objetos vistos sobre una región repetidas veces durante un plazo de tiempo determinado. Los casos antiguos pueden descartarse como interpretaciones erróneas de fenómenos naturales, como sucede con las crónicas de Gregorio de Tours, pero existen otros casos más cercanos en el tiempo y el espacio que son de interés.


En 1853, los estudiantes de la Burritt College en el estado de Tennessee (EEUU) se dirigían a sus clases matutinas cuando pudieron ver dos objetos luminosos en el cielo. Uno de los profesores, el Dr. A.C. Carnes, afirmaría posteriormente que uno de los objetos guardaba el aspecto de una luna pequeña y el otro de una estrella brillante. El objeto más reducido acabó por desaparecer, mientras que el más grande cambiaba de configuración, convirtiéndose primero en una esfera y luego en “una forma alargada paralela con el horizonte”. En una misiva dirigida a la prestigiosa Scientific American, el instructor apuntó que “los estudiantes nos han exigido una explicación, pero ni el rector ni los profesores se han puesto de acuerdo sobre la naturaleza de las luces,” según Carnes.


Se afirma en ocasiones que personas con títulos universitarios o credenciales profesionales nunca ven fenómenos extraños (¿será que prefieren no revelarlo?) pero como vemos en el caso anterior, los miembros de la facultad de una universidad jugaron un papel importante en el avistamiento, al igual que sucedería un siglo después en el caso de las célebres “Luces de Lubbock”, ocurrido el 25 de agosto de 1951, en el que cuatro científicos (se facilitan los nombres de tres de ellos -W. Robinson, A. Oberg, y W.L. Ducker) que también eran también instructores universitarios en Texas Tech – vieron luces de color verde azulado sobre esa ciudad del estado de Texas, EE.UU. Dichas luces se manifestaban en configuraciones semicirculares, pero en apariciones posteriores – los avistamientos se repetirían por varias semanas – se manifestaban al azar. Los escépticos tacharon las fotos de las luces, tomadas por Carl Hart, Jr., como errores de observación, afirmando que eran “luces del tendido público reflejadas en las panzas de aves tales como chorlitejos”, aunque sin tomar en cuenta que las luces podían verse en zonas que carecían de alumbrado público. Cabe agregar que esa misma noche, testigos en la ciudad Alburquerque, Nuevo México, verían un enorme objeto con forma de “V” más grande que un bombardero B-36. La oscuridad no les permitió distinguir detalles, pero el objeto contaba con seis u ocho pares de luces azuladas que resplandecían suavemente. El investigador Edward J. Ruppelt dedicó el octavo capítulo de su libro The Report on Unidentified Flying Objects a este caso, pero sin llegar a conclusiones.

Macroavistamiento en Texas

En 1974, la población de Calvert, Texas se vio asediada por objetos desconocidos por meses. La ciudad tenía "antecedentes ovnilógicos", por así decirlo, que se remontaban a los últimos años del siglo XIX. Hasta cincuenta objetos extraños, paseándose por el cielo nocturno, habían sembrado pánico y asombro entre los habitantes en 1958. Pero el mes de noviembre de 1973 marcaría el comienzo de un macroavistamiento en toda regla. El señor Virgil Chappel, aficionado a la radiocomunicación amateur, comenzó a recibir señales extrañas en su receptor, lo que le hizo salir a investigar. “El aire resplandecía con una multitud de luces parpadeantes. Era como un árbol de navidad – esa es la mejor descripción que puedo dar. Estas esferas parpadeantes me rodeaban. Corrí hacia la casa, pidiéndole los prismáticos a mi esposa. Eran vagamente redondos y con forma de huevo...pero esos colores, vaya, son algo que nunca olvidaré. Eran las tonalidades violeta más bellas que había visto en mi vida. Violeta, rojo, amarillo y azul. Casi me atrevo a decir que parecían sacadas de un arco iris."

El 21 de noviembre del '73, Gracia Unger llegaría a ver un objeto cuyas dimensiones superaban los treinta metros, describiéndolo como "un ladrillo con las esquinas desgastadas" y con luces multicolores. Después de esto, los vecinos de comunidad agrícola verían objetos de todo tipo volando fugazmente de un externo a otro en el cielo nocturno, causando alteraciones en la conducta de los animales domésticos y silvestres. A comienzos del mes de diciembre, uno de estos aparatos aterrizaría en un pastizal de la comarca, dejando evidencia física de su presencia.

En una entrevista con el investigador Timothy Green Beckley, la Sra. Unger resumiría la situación así: “Sé que algo raro pasa por aquí. Desafortunadamente, se me ha hecho sumamente difícil conseguir la colaboración sustancial sobre el problema OVNI de parte de los testigos y el gobierno. Aunque he investigado más de 200 avistamientos personalmente – y es una cifra considerable – suceden muchas cosas más de lo que cuentan, cosas que la gente se niega a abordar con nadie. Aquellos que han tenido encuentros con estas cosas reciben el mote de locos. La situación es esta: los que han visto ovnis creen en ellos, y los que no han sido expuestos al tema se mofan de los demás”.

Otro caso en Alaska

Alaska nos ofrece muchos misterios, y la mayoría de ellos recientes. En el 2002, la aldea inuit de Noorvik se vio asediada por luces extrañas – estructuras altamente brillantes que iluminaban la oscuridad de los breves días de invierno como si de faros se tratase. Las descripciones de estos objetos variaban de testigo en testigo – torres con luces, tres luces superpuestas en línea recta, y la más curiosa de todas: una luz parecida a un estrobo que giraba en torno a la “torre de luces” que se desplazaba silenciosamente en la noche polar. La mini-oleada de la costa norte de Alaska fue dada a conocer al mundo muchos meses después por el periódico The Arctic Sounder de la ciudad petrolera de Point Barrow, con fecha del 9 de enero de 2003.

Teresa Pungalik, encargada de los socorristas de esta remota región del cuadragésimo noveno estado de la unión americana, manifestó a la prensa que el primer avistamiento se produjo el 23 de diciembre del 2002, cuando un vecino de Noorvik que cabalgaba por la tundra afirmó haber visto “un estrobo” en el fondo de la cantera local. Pensando que podía tratarse de un avión estrellado que utilizaba una especie de baliza para pedir ayuda, los socorristas se comunicaron con la Agencia Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) para preguntar si se tenía conocimiento de algún avión derribado. En las solitarias regiones del norte, las avionetas representan para muchos la única forma de comunicación con el mundo exterior, y sus pilotos son a menudo médicos y especialistas que brindan sus conocimientos a comunidades aisladas.


"El oficial Leath en Kotzebue me llamó a las 0400 horas,” dijo Pungalik a los medios, “así que enviamos cuatro trineos motorizados para revisar la zona. Llegaron hasta Sivu y dijeron: estamos justo sobre Sivu, sobre los cerros, podemos ver las luces, están hacia allá. Dijeron que iban a seguir un poco más allá, porque pensaban que estaba en Sivu. Teníamos contacto mediante VHF. Dentro de poco informaron que las luces se les habían adelantado.”

Los socorristas comenzaron a darse cuenta de algo no encajaba. Las luces no correspondían a un objeto en el fondo de ninguna cantera, sino parecían tratarse de otra cosa. La comunidad inuit de Sivu estaba a veinte millas de Noorvik por trineo motorizado, lo que indicaba que las luces estaban en movimiento. Pungalik dio la orden de interrumpir la misión de rescate.

Pero la extraña experiencia sólo estaba a punto de comenzar: "Había muchas gente despiertas a esa hora, mirando las luces”, añadió Pungalik. "Vieron que el primer trineo motorizado regresaba al pueblo, hacia ellos, y repentinamente vieron que eran más de cuatro. Los cuatro chóferes de los trineos motorizados dijeron que las luces les habían seguido hasta llegar al pueblo".

Según estas declaraciones de la señora Pungalik, los pilotos de los trineos motorizados que regularmente hacen el recorrido entre Kotzebue y Noorvik están acostumbrados a ver estas manifestaciones, al igual que otros que siguen la ruta entre Noorvik y la vecina Selawik."Tengo entendido que alguien tiene una grabación en vídeo de las luces", comentó Pungalik. "Los vecinos dicen que se trata de un OVNI. No sabemos qué otra cosa llamarle".

Por su parte, el periodista P.J. Harston exploró los avistamientos que tomaron lugar en enero de 1996 sobre Fort Resolution, en las orillas del Great Slave Lake. Más de 50 vecinos de esta población vieron extrañas luces verdes y azules que fueron captadas en cinta de vídeo. La magnitud del avistamiento fue tal que altos oficiales del ejército canadiense visitaron la población, acompañados de investigadores militares. La cinta de vídeo, según las averiguaciones de Harston, fue confiscada por estos funcionarios y remitida a su cuartel general en North Bay, Ontario, para analizarla. El periodista añade el curioso detalle que según el coronel Pierre Leblanc, el militar que visitó Fort Resolution, los estamentos militares canadienses “llevan el registro de las investigaciones paranormales, aunque el presupuesto para tales actividades se reduce cada vez más”.

En plena carretera

Los casos de objetos extraños de procedencia desconocida que interfieren con el tránsito vehicular – ya sean camiones, autobuses o automóviles – pueden llenar varias enciclopedias, aunque a menudo son eventos en los que participan uno o dos pasajeros y el objeto o fuente de luz.

Hay casos, sin embargo, en que múltiples vehículos rodantes se ven envueltos en situaciones insólitas. En 1987, un objeto con forma de bumerang y tan grande como un campo de futbol americano fue motivo de asombro y terror para más de siete mil personas en el condado de Westchester al norte de Nueva York, la urbe de hierro.

El 9 de enero de 1986, un ovni con la misma configuración triangular apareció en los cielos sobre Hartford, estado de Connecticut. La centralita de la comandancia de policía de esa ciudad colapsó bajo el volumen de llamadas telefónicas de miembros de la comunidad interesados en dar parte sobre un objeto de grandes dimensiones, con muchas luces, volando a baja altura sobre la región. Las fuerzas del orden público se personaron a los puntos donde dicho objeto había sido visto. Cuando los agentes llegaron a la intersección de la carretera I-84 en Hartford, encontraron que el tránsito estaba atascado: la gente había salido de sus vehículos en plena carretera para mirar al cielo. Se trataba de precisamente lo que había motivado el efecto policiaco - un enorme objeto con forma de bumerang que se desplazaba lentamente hacia el suroeste.

El 9 de enero de 1986, un ovni con la misma configuración triangular apareció en los cielos sobre Hartford, estado de Connecticut. La centralita de la comandancia de policía de esa ciudad colapsó bajo el volumen de llamadas telefónicas de miembros de la comunidad interesados en dar parte sobre un objeto de grandes dimensiones, con muchas luces, volando a baja altura sobre la región. Las fuerzas del orden público se personaron a los puntos donde dicho objeto había sido visto. Cuando los agentes llegaron a la intersección de la carretera I-84 en Hartford, encontraron que el tránsito estaba atascado: la gente había salido de sus vehículos en plena carretera para mirar al cielo. Se trataba de precisamente lo que había motivado el efecto policiaco - un enorme objeto con forma de bumerang que se desplazaba lentamente hacia el suroeste.

Philip Imbrogno, co-autor del libro Night Siege, The Hudson Valley Sightings (con J.Allen Hynek), entrevistó a una testigo de la ciudad de Hartford dispuesta a dar una descripción detallada del objeto. “Parecía tener forma de bumerang, y todas sus luces eran blancas. Sus dimensiones eran aproximadamente las de un Boeing 747, pero su forma era rara, como un ala voladora. El objeto siguió moviéndose hacia el sur. Era algo fantástico de ver, y no importa cuánto trates de convencerte de que estas cosas no pueden ser verdaderas, no pude hallar una respuesta sobre lo que pudo haber sido. No era de este mundo.”

Wednesday, November 04, 2015

Seduciendo a los platillos: las plataformas de aterrizaje




Seduciendo a los platillos: las plataformas de aterrizaje

Por Scott Corrales (c) 2015 para Arcana Mundi

Los llamados ovnipuertos no son nada nuevo. Cabe aclarar que el término ha sido utilizado incorrectamente para describir zonas que tienen un alto índice de avistamientos de objetos no identificados (en su sentido más literal y no naves del espacio sideral) en vez de los esfuerzos realizados por seres humanos interesados en llamar la atención de los “buenos hermanos del espacio” y afines, siempre pasando por alto el hecho de que tales objetos no requieren pistas ni plataformas de aterrizaje, como los artefactos de hechura humana.

La primera noticia que tenemos sobre una plataforma de aterrizaje artificial nos llega de uno de los escritores de los primeros años de la fiebre platillera de los 1950, nada menos que el mayor Donald E. Keyhoe, aviador militar considerado por muchos como el principal investigador del fenómeno OVNI en su momento. En las últimas páginas de su libro Aliens From Space, el mayor Keyhoe considera la posibilidad de “engatusar” a los supuestos visitantes del cosmos mediante la creación de lo que bien puede tildarse de ovnipuerto: la llamada Operation Lure (Operación Carnada) – una base aislada con estructuras poco comunes y despliegues visuales atractivos, “diseñados para llamar la atención de los ovninautas. La curiosidad de estos seres del espacio ha sido comprobada cientos de veces en sus acercamientos a automóviles, trenes, barcos y aviones, así como la forma en que se ciernen sobre autocines, centrales eléctricas y estructuras interesantes”. El concepto, según lo explica Keyhoe, provino de la inspiración de Robert Spencer Carr, ex director de investigaciones educativas para nada menos que Walt Disney Studios. El señor Carr también se había desempeñado en el ramo militar como creador de películas de entrenamiento para el departamento de estado. Otros estudiosos y expertos participaron en el proyecto.



Keyhoe no se adjudica el crédito, sin embargo. Aparentemente, el gobierno canadiense había establecido un “campo de aterrizaje ovni” en 1958 bajo el Mando de Investigación de Defensa – proyecto que no tuvo éxito al carecer de las configuraciones exóticas que hubieran atraído a los visitantes de otros mundos (o dimensiones).

Utilizando el concepto de utilizar un pez para pescar a otro, Keyhoe propuso la creación de tres o más OVNIS de utilería, de configuración discoidal y fabricados de aluminio, con la salvedad que todos estos objetos contarían con paneles de vidrio “para comprobar que no había nadie dentro”, tal vez para evitar una reacción hostil por parte de los visitantes ultramundanos. La base estaría totalmente desocupada, con los experimentadores humanos localizados en distintos puestos de vigilancia a kilómetros de distancia. El aterrizaje de aviones en esta instalación también quedaría prohibido.

El investigador Keyhoe hacía hincapié en que los tripulantes de los OVNIS fuesen capaces de ver que las estructuras no contenían humanos al acecho. Los edificios de exhibición estarían dotados de techos de vidrio inastillable, diseñados para ser vistos desde el aire, con paredes de vidrio para permitir su inspección desde el exterior. Cámaras y micrófonos furtivos, sin embargo, permitirían a los humanos seguir las actividades de cualquier visitante, sus cables soterrados y conectados a Lure Central, el puesto de observación principal. Las casetas de vigilancia estarían camufladas, con cámaras de cine de alta potencia, lentes de telefoto y telescopios, y las casetas estarían interconectadas mediante servicio telefónico (podemos pensar que en el siglo XXI, con la abundancia de tecnología a nuestro alcance, los métodos de comunicación y estudio serían muy distintos). Ciertamente, el “teletipo” que comunicaría a la central de la Operación Carnada con la Casa Blanca y el Departamento de Estado sería una línea T1 de alta velocidad en nuestros días.

“Podrán transcurrir varios días antes de que se produzca cualquier reacción”, nos dice el autor, “pero hay razones concretas para pensar que Lure tendría resultados positivos. Si la intención de los aliens hubiese sido la de atacar nuestro mundo, ya habría sucedido. Durante la larga vigilancia se han producido más de 3000 persecuciones de ovnis, incluyendo esfuerzos por capturarlos. Aun así, los aliens se han mostrado considerablemente mesurados en su respuesta. A juzgar por toda la evidencia a nuestra disposición, parece quedar claro que su propósito principal requiere el contacto pacífico y la cooperación con los seres humanos”. (Keyhoe, Aliens in Space, p.292).

El autor pasa a imaginar cómo funcionaría su iniciativa: La reacción emocionada de los militares que atienden las casetas de vigilancia, el primer OVNI en cernirse sobre las estructuras, el día en que uno de los objetos finalmente aterrice en el ovnipuerto, y naturalmente, las primeras imágenes de seres no humanos capturadas por las cámaras. “La perspectiva de finalmente ver criaturas de otro mundo trae consigo pensamientos solemnes y un poco aterradores”.

El punto álgido de Operation Lure sería – tras una inspección por los aliens de las instalaciones, etc. – el encuentro con dichos seres. El grupo de contacto compuesto de científicos y militares (aunque el investigador no aclara este punto) se detendría a unos cien metros de los visitantes de otro mundo, siempre conscientes del peligro de contaminación bacteriológica. Usando el costo de un fallido telescopio espacial de la NASA en 1972, Keyhoe estimó que el presupuesto para la construcción de este ovnipuerto rondaría los USD $98 millones (89 millones de euros). “Si resultase que los ovninautas son humanoides sin intenciones agresivas contra la Tierra, sería necesario revelarlo sobre un plazo de tiempo. El impacto del shock quedaría reducido considerablemente si la Casa Blanca, o Lure Control, hace énfasis sobre los beneficios y ayudas resultantes del contacto con una especie avanzada”.

Hasta donde sabemos, la construcción del ovnipuerto Lure jamás tomó lugar, aunque persiste el rumor de un encuentro entre militares y supuestos extraterrestres en una base estadounidense en medio del desierto, documentado en el libro UFOs: Past Present and Future del documentalista Robert Emenegger, pero el supuesto aterrizaje habría tomado lugar en las instalaciones normales de la base Holloman en 1973. Cabe agregar que Emenegger dirigió el documental UFOs: It Has Begun (1979) narrado por José Ferrer y con la participación de Rod Serling, presentador de la serie televisiva sesentera The Twilight Zone.



Tampoco se puede afirmar que Lure Control haya sido la inspiración directa o indirecta del campo de aterrizaje de la nave nodriza en Close Encounters of the Third Kind (1977). Aunque el director Spielberg solo nos muestra lugares esenciales de la estación, al pie de la imponente intrusión geológica denominada Devil’s Tower, nos permite entrever que se trata de una instalación de considerable envergadura, alojando toda suerte de personal y hasta tal vez armamento.

Plataformas privadas

Las fértiles planicies del estado de Wisconsin ocultan un secreto: la existencia de un "ovnipuerto" particular, diseñado por el granjero Bob Tohak en la aldea de Poland, al sureste de la populosa Green Bay. La plataforma de aterrizaje se encuentra en la cima de una torre de combustible de doce metros de alto, que ostenta un enorme letrero que lo anuncia como UFO LANDING PORT - "puerto de aterrizaje para ovnis" - tal vez diseñado para el aterrizaje de una nave circular como la famosa Jupiter 2 de Perdidos en el Espacio, aunque su creador afirma que es plenamente posible aterrizar un helicóptero sobre ella. Tohak, soldador de profesión, se siente muy orgulloso de su creación y la defiende a ultranza. "Es algo en lo he creído desde mi niñez, que había alguien más allá afuera. Se me ocurrió repentinamente que si [los aliens] llegaran algún día, tal vez vendrían a verme a mi primero". El interior del tanque contiene una precaria escalera de caracol que conduce hasta plataforma, equipada con luces azules que marcan su posición en la cerrada noche del estado al oeste de los Grandes Lagos. En una entrevista para el blog Roadside America, Tohak afirma que piensa expandir su ovnipuerto para incluir un submarino (¿?), un platillo volador hecho de aluminio, y un cañón de iones (estructura inspirada por el arma de la base rebelde en El Imperio Contraataca, segunda entrega de la Guerra de las Galaxias en 1980).



Wisconsin debe tener algo en su ambiente que atrae no solo ovnis sino constructores de ovnipuertos como en Sr. Tohak.

La aldea de Elmwood, situada entre Minneápolis y Eau Claire, se distinguió no solo por la cantidad de avistamientos de objetos raros en su entorno sino también por la iniciativa de un comerciante local, Tom Weber, interesado en edificar una plataforma de aterrizaje cuyo costo rondaría los cincuenta millones de dólares. Casi nada.

Al igual que Bob Tohak, Tom Weber sentía la inquietud de atraer a los visitantes estelares de alguna forma u otra. Su campo de aterrizaje estaría situado en un campo vacío a cuatro kilómetros del centro de la pequeña Elmwood. “El único mensaje colectivo que la humanidad le ha enviado [a los aliens] ha sido el intento de derribar sus naves. Existe una excelente posibilidad de que si se cambiaran los papeles, contestaríamos a nuestro mensaje – se trata de un mensaje visual de una figura humana de un kilómetro de largo, bien iluminada, estrechando la mano de su contrapartida alienígena, figura basada en el concepto internacional que se tiene de estos seres,” aseveró a la reportera Marcia Nelesen del rotativo Sunday Gazette.

El proyecto visualizado por Weber incluiría laboratorios, puesto que el comerciante se proponía extender una invitación “a científicos de todas partes del mundo” para participar del proyecto, lo que requeriría alojamiento y múltiples estructuras. El hombre de negocios compartía la perspectiva de Keyhoe años antes – si los supuestos extraterrestres eran hostiles, este rasgo habría surgido en el pasado remoto. “Si no son amistosos, no hay nada que podemos hacer al respecto,” agregó.

Informando al ayuntamiento sobre los beneficios económicos que semejante proyecto supondría para la diminuta comunidad, Weber obtuvo el espaldarazo del alcalde y no tardó en poner un anuncio en el periódico, solicitando ayuda con el proyecto. La noticia de que alguien pensaba construir un “aeropuerto para marcianos” se regó como pólvora y los grandes medios se hicieron eco de ella. Cuando Prensa Asociada transmitió la noticia, Wisconsin – y la aldea de Elmwood – trascendieron a la fama mundial. En pocos días se consolidó un comité piloto para llevar adelante el proyecto, con discusiones bastante acaloradas. Algunos insistían en que las figuras antropomórficas que sugería Weber no bastaban y que era necesario crear un despliegue geométrico que resultase atractivo a las inteligencias de otro mundo, mientras que otros argumentaban que una representación teatral con luces y música surtiría más efecto. Llegó a circularse la idea de que una imagen gigantesca de dos seres humanos copulando resultaría no sólo más llamativa, sino que además representativa de las intenciones pacíficas del proyecto.

Como el lector ya podrá imaginarse, el ovnipuerto de Elmwood jamás pasó de la etapa conceptual. Según afirmaría Weber veinte años más tarde en el periódico Leader-Telegram, se recaudaron USD$20,000 hacia el proyecto, fondos provenientes en su mayoría de su propia empresa. Sobre el presupuesto de cincuenta millones de dólares, Weber afirmó que se trataba de una cifra baladí, porque "la gente seguía pidiéndole estimaciones presupuestarias". El ex-alcalde de la aldea de mil habitantes, por su parte, recuerda la cantidad de llamadas de todas partes del mundo recibidas por su oficina en 1988 durante el furor que ocasionó el proyecto.

Más monumentos

Canadá, el segundo país más grande del mundo, tampoco se ha quedado atrás en la construcción de plataformas diseñadas para atraer el turismo interestelar.
La ciudad de St. Paul, Provincia de Alberta, alberga una plataforma de hormigón de ciento treinta toneladas de peso, coronada por banderas, que da la bienvenida a los platillos voladores. La parte posterior de la estructura semicircular contiene un mapa de Canadá y alberga un museo ovni con fotografías de objetos voladores fotografiados en distintas partes del mundo. La entrada al recinto está marcada por dos estelas de mármol con escrituras anónimas. Una de ellas reza así: "Con la humanidad al borde de los viajes intergalácticos, no olvidemos nuestros fracasos en la tierra. Si hemos de convertirnos en viajeros del espacio, debemos entender el verdadero significado de la tolerancia hacia aquellos que nos son ajenos. Debemos recordar que sin importar el tamaño del universo, la criatura más pequeña tiene su sitio en el orden de la vida. Si no conquistamos las enfermedades y las pestes en la Tierra, y las transmitimos a otros mundos, jamás seremos bienvenidos. Si no podemos recorrer la Tierra sin destruir el ambiente, ¿cómo podremos desplazarnos por el universo con seguridad? Si no podemos desarrollar la buena voluntad entre los hombres, cómo podremos desarrollar la buena voluntad intergaláctica entre todos los seres. Por último, si la humanidad recorre esta Tierra o el universo armada de bondad, tolerancia, esperanza y buen ánimo, siempre será bienvenida".

En febrero del 2015, un grupo separatista en el estado de Hawái, denominado Lawful Hawaiian Government (Gobierno Legítimo de Hawái, cuyo objetivo es reafirmar la autoridad del desaparecido reino hawaiano, designó un campo de lava en la isla como su "Plataforma Oficial para Aterrizajes OVNI y Santuario para Visitantes Estelares." Garry Hoffield, coordinador del proyecto, la creación del ovnipuerto tiene por mira "informarle al mundo, y al universo, que Hawái es un país neutral interesado en las relaciones pacíficas con cualquiera en el mundo, y fuera del mismo."